Durante se comparecencia, Montilla pidió a sus oponentes «juego limpio» durante la campaña y que rechacen los «eslóganes y las descalificaciones simplificadoras», que no ayudan a resolver los retos de Cataluña. «Estoy obligado a pedir a las formaciones políticas dos principios irrenunciables: juego limpio en la acción electoral y claridad en las propuestas», dijo tras pedir a los ciudadanos que se informen y a las fuerzas políticas que «hagan un esfuerzo especial de pedagogía».
A pesar del anuncio, el presidente de la Generalitat expresó su voluntad de exprimir al máximo el tramo final de la legislatura. «Aún quedan semanas, y trabajaremos con intensidad y normalidad», manifestó. Además, según él, las elecciones llegan en un contexto difícil a causa de elementos como el descrédito generalizado de la clase política y las «no pocas tensiones políticas» en las relaciones entre Cataluña y el resto de España tras el recorte del Estatut por el Tribunal Constitucional (TC).
Asimismo, Montilla definió los comicios como «trascendentes» porque su resultado y el Gobierno que se forme tras ellas no sólo tendrán consecuencias en la próxima legislatura, sino que marcará a toda una generación de catalanes. Por último, acabó su declaración en castellano resumiendo así las palabras anteriormente pronunciadas y pidiendo a los electores que se informen a fondo de las propuestas en juego y decidan en libertad, instándoles así a ser conscientes, ya que su voto influirá a «toda una generación».
UNA FECHA MEDITADA
Montilla parece no haber dejado nada al azar, dado que el 28 de noviembre es una fecha meditada que tratará de minimizar las eventuales consecuencias que puedan tener para el PSC la convocatoria de huelga general el 28 de septiembre por parte de los sindicatos mayoritarios contra la política económica del Gobierno y la reforma laboral. Asimismo, el socialista recibirá a Benedicto XVI, jefe de estado, con todos los honores -y no como presidente en funciones--, y la visita ni tan siquiera coincidirá con el inicio de la campaña electoral, prevista quince días antes de las elecciones.
Y otra coincidencia es el enfrentamiento Barça-Real Madrid, que baila entre el sábado 27 y domingo 28 en función de los partidos de la Champions y de cómo quede la retransmisión televisiva entre Canal+ y Gol TV. No obstante, la fecha elegida supone también para el presidente de la Generalitat y para el PSC el cuarto aniversario de su toma de posesión. Por tanto, una fecha cargada de simbolismo en la que según Montilla «los ciudadanos y ciudadanas podrán decidir con su voto, qué camino deberá seguirse en el futuro».
SU CARRERA POLITICA, EN UN HILO
Por otra parte, Montilla al igual que el líder de CiU, Artur Mas, se juega en estos comicios la continuidad de su carrera política. Así, el dirigente nacionalista ya ha asegurado que, si esta vez no gobierna, tirará la toalla y dejará de ser el candidato de CiU, con lo que si esta situación se produce, se abriría el debate en la federación sobre quien sería el sucesor, explicaron fuentes de CiU. Incluso, podría peligrar el 'status quo' del marco de relaciones actual entre CDC y UDC, ya que los democristianos ya han dicho que no tienen que renunciar por sistema a encabezar una candidatura de CiU a las autonómicas.
Mientras Montilla no sólo se juega su continuidad en la Generalitat, sino también al frente del partido. Una derrota cuestionaría el papel de los 'capitanes' en el seno del PSC, quienes se hicieron con el control del partido en 1994, en el Congreso de Sitges, y han consolidado su influencia en el seno de la organización política.
Además, la irrupción de José Corbacho, que previsiblemente irá como número 3 de las listas y dejará el Ministerio de Trabajo, se ha interpretado como un intento de lograr penetrar en el 'cinturón rojo' del área metropolitana de Barcelona, donde tradicionalmente el PSOE logra buenos resultados en las generales, pero no logra arrastrar ese voto hacia las autonómicas.
El PSC aún no ha hecho públicas sus listas, pero éstas permitirán visualizar hasta qué punto Montilla opta por mantener cierto equilibro entre los 'capitanes' y el 'ala catalanista' del partido --visualizado por figuras como los consellers Montserrat Tura, Ernest Maragall, Joaquim Nadal y Marina Geli--, o bien opta por situar a los suyos en los principales puestos.
EL PP BUSCA CRECER
De la misma manera, el PP aspira a crecer y a ser decisivos, como lo fueron en 1999. Cuatro años antes, en 1995, Aleix Vidal-Quadras logró el máximo histórico de los populares en Cataluña: 17 escaños, con un discurso de corte identitario y a favor del bilingüismo. En los últimos meses, la candidata popular Alicia Sánchez Camacho ha acentuado su discurso en ámbitos como la inmigración y el bilingüismo, que son precisamente aquellas materias en las que los populares podrían perder electores.
Asimismo, los sondeos auguran que ICV-EUiA tiene un electorado estabilizado, pese al desgaste que le ha supuesto asumir la consejería de Interior, por parte de Joan Saura que cede el testigo. Mientras los rojiverdes culminan el relevo generacional y el giro hacia el ecologismo, la nueva izquierda y el pacifismo con una candidatura liderada por Joan Herrera e integrada por jóvenes valores del partido, aunque se mantienen referentes 'históricos' de la época del PSUC como Jaume Bosch.
Y otra de las grandes incógnitas es si C's logrará mantener la representación parlamentaria (tres diputados), o bien sufrirá un desgaste porque en las elecciones también concurrirá UPyD con un discurso similar.
EL INDEPENDENTISMO, MÀS DIVIDIDO QUE NUNCA
Por su parte, ERC aspira a volver a jugar a la carta de la equidistancia, al igual que hizo en 2003 y 2006. Los republicanos quieren volver a ser la llave que decante la mayoría gubernamental, aunque según los sondeos de opinión, ahora lo tendrían más bien complicado, ante la pérdida de votantes independentistas (por su alianza con el PSC) y el trasvase de electores hacia CiU y hacia las nuevas plataformas soberanistas.
Mientras que el independentismo catalán concurrirá más dividido que nunca en las elecciones y aboga por la secesión de España Reagrupament, escisión de los republicanos encabezada por el ex conseller de Gobernación en el primer tripartito, Joan Carretero, y la plataforma Solidaritat Catalana per la Independència, liderada por el ex presidente del FC Barcelona, Joan Laporta.
Sin embargo, según los sondeos de opinión, el independentismo ha experimentado durante los últimos años un importante crecimiento en la sociedad catalana. El último barómetro del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat -el CIS catalán--, hecho público en julio, cifró en un 24,3% el número de catalanes que abogan por la secesión, 5,3 puntos más que hace un año, mientras que baja el porcentaje de federalistas y autonomistas.
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