En su intervención previa a la reunión anual que el organismo internacional celebrará en Washington durante la próxima semana, Georgieva ha destacado que actualmente se espera una ralentización del crecimiento en el 90% del mundo, fenómeno para el que ha acuñado la expresión «desaceleración sincronizada» en contraposición al «auge sincronizado» de hace dos años, cuando el 75% de la economía mundial se expandía.
«Esta desaceleración generalizada significa que el crecimiento caerá este año a su tasa más baja desde principios de la década», ha apuntado la directora del FMI, que dará a conocer la próxima semana sus nuevas perspectivas económicas, anticipando que estas mostrarán revisiones a la baja para 2019 y 2020.
Entre las causas de esta pérdida generalizada de impulso económico, la búlgara ha advertido de que el crecimiento del comercio mundial «prácticamente se ha paralizado» como consecuencia de las tensiones comerciales, lo que ha provocado el deterioro sustancial de las manufacturas y la inversión, con el riesgo de que servicios y consumo también acaben viéndose afectados.
De hecho, la directora del FMI considera que, aún cuando el crecimiento repunte en 2020, las grietas actuales podrían provocar cambios que duren toda una generación, incluyendo la rotura de cadenas de suministro, la compartimentación de sectores comerciales y un «muro de Berlín digital» que fuerce a los países a elegir entre sistemas tecnológicos.
En este sentido, Georgieva ha advertido de que «en una guerra comercial, todos pierden» y ha adelantado que las estimaciones del FMI apuntan a que el efecto acumulado de los conflictos comerciales para la economía mundial «podría suponer una pérdida de unos 700.000 millones de dólares para 2020», alrededor del 0,8% del PIB.
«Esto es aproximadamente el tamaño de toda la economía de Suiza», ha añadido.
RESPUESTA FISCAL SINCRONIZADA
En su análisis, Georgieva ha dejado claro que las políticas monetaria y financiera no pueden dar respuesta por sí solas a un empeoramiento de la coyuntura económica ante el que las políticas fiscales deberán desempeñar un papel central, aprovechando el espacio generado por los bajos tipos de interés.
A este respecto, ha reclamado que aquellos países, como Alemania, Corea del Sur o Países Bajos, que cuentan con margen presupuestario, acometan un aumento del gasto público, sobre todo en infraestructuras e I+D, para impulsar la demanda y el crecimiento, mientras que en los países con una elevada relación deuda/PIB está justificada la moderación fiscal.
«Si la desaceleración de la economía mundial es más pronunciada de lo que se prevé, puede ser necesaria una respuesta fiscal coordinada (...) O, dicho de otro modo, si la desaceleración sincronizada empeora, posiblemente deberemos dar una respuesta de política económica sincronizada», ha recomendado Georgieva, recordando la eficacia de este enfoque en el compromiso del G20 en 2009 para realizar un estímulo conjunto.
REFORMAS ESTRUCTURALES E IMPUESTOS MEDIOAMBIENTALES.
La nueva directora del FMI ha vuelto a poner sobre la mesa algunas de las viejas recetas de la institución para impulsar el crecimiento, incluyendo la necesidad de acometer reformas estructurales que permitan incrementar la productividad.
«La pérdida de puestos de trabajo derivada de la automatización y de los cambios demográficos requiere que los países reformen la estructura de sus economías», ha señalado la búlgara, para quien si no se actúa ahora, muchos países se verán estancados en un «crecimiento mediocre».
Asimismo, Georgieva ha señalado que el cambio climático representa una crisis a la que nadie es inmune y sobre la que todos tenemos la responsabilidad de actuar.
En este sentido, el FMI considera que los impuestos sobre el carbono pueden ser una de las herramientas más poderosas y eficientes, aunque ha subrayado que la clave está en modificar los sistemas tributarios, y no simplemente en establecer un nuevo tributo.
De este modo, la recaudación adicional podría utilizarse para recortar otros impuestos y financiar la asistencia a los millones de hogares afectados. Asimismo, estos nuevos recursos podrían respaldar también inversiones en infraestructuras de energías limpias.
«Cruzarse de brazos tiene un precio demasiado alto», ha concluido Georgieva, para quien es el momento de cooperar frente a este desafío y trabajar conjuntamente para infundir una confianza renovada en el multilateralismo.
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