Redouane Lakdim, de 26 años, comenzó a media mañana un periplo mortal que acabó tres horas y media más tarde, tras haber matado a tres personas y causado dieciséis heridos, varios de ellos de gravedad, según el presidente francés, Emmanuel Macron.
Se trata del primer atentado de cariz yihadista que vive Francia desde el asesinato de dos jóvenes en la estación de trenes de Marsella el 1 de octubre pasado y el decimotercero con víctimas mortales desde el cometido contra el semanario satírico «Charlie Hebdo» el 7 de enero de 2015.
En todos ellos, 201 personas han perdido la vida, lo que sitúa a Francia como uno de los principales blancos del EI.
Lakdim -fichado por pequeños actos de delincuencia, pero incluido también en el fichero de potenciales radicales- actuó armado de una pistola de 9 milímetros.
Se trata de un «delincuente común», un «pequeño traficante» que las autoridades no pensaban que se había radicalizado y que actuó en solitario, afirmó el ministro francés del Interior, Gérard Collomb, quien se trasladó al lugar de los hechos acompañado del fiscal de París, François Molins, cuya sección antiterrorista está a cargo de la investigación.
En un primer momento, Lakdim atacó en las calles de Carcasona a los ocupantes de un coche, provocando un muerto y un herido grave.
Así se hizo con un vehículo con el que, posteriormente, trató de atropellar a un grupo de cuatro policías antidisturbios que regresaban, desarmados, a su cuartel del barrio medieval de esa misma ciudad tras una carrera matutina.
Efectuó cinco disparos que provocaron heridas de gravedad a uno de los agentes.
El terrorista se dirigió entonces al vecino pueblo de Trèbes, a 8 kilómetros de distancia, donde penetró al grito de «Alá es el más grande» en un supermercado situado en una zona residencial, mató a dos personas y se atrincheró en el interior con un grupo de rehenes.
Acordonado el lugar enseguida por las fuerzas del orden, según los medios locales, Lakdim reclamó la liberación de Salah Abdeslam, único superviviente de los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París y Saint Denis y encarcelado en una prisión de máxima seguridad francesa.
En el transcurso de la toma de rehenes, las fuerzas del orden lograron intercambiar a uno de los retenidos por un teniente coronel de la Gendarmería de 44 años, que se reveló clave en la resolución de la crisis, según Collomb.
Gracias a que dejó su teléfono encendido sobre una mesa, las fuerzas del orden pudieron seguir desde el exterior lo que sucedía en el supermercado y, en el momento que escucharon un disparo, lanzaron un asalto que acabó con la muerte del terrorista, agregó el ministro.
En la operación, dirigida por una unidad de elite de la Gendarmería, dos agentes resultaron heridos, al igual que el que se encontraba en el interior del supermercado, «que está entre la vida y la muerte», según Macron, quien destacó su arrojo y su valentía que «permitieron salvar vidas».
Apenas acabado el episodio, el EI asumió el atentado a través de sus canales habituales, una reivindicación que los servicios franceses están analizando, según el presidente.
Macron, que participaba en la cumbre europea de Bruselas, adelantó su regreso a París para presidir una célula de crisis junto al primer ministro francés, Edouard Philippe, quien anuló parte de una visita a la ciudad de Mulhouse.
Este nuevo atentado muestra que «la amenaza sigue siendo elevada», reaccionó Macron desde la capital comunitaria, donde señaló que, ante la debilidad del EI en su feudo de Siria e Irak, Francia afronta ahora un peligro «endógeno».
Se trata, explicó, de individuos que «pueden estar influidos por el EI u otras fuerzas exteriores» y no de «ofensivas dirigidas desde la zona de Irak y Siria», como en el pasado.
Ya en París, se comprometió a poner al servicio de los investigadores «todos los medios» necesarios para aclarar «cuándo y cómo» se radicalizó este terrorista y dónde se hizo con el arma.
«Cada conciudadano tiene que ser consciente de la gravedad de la amenaza terrorista, pero también tienen que ser conscientes de la fuerza y la resistencia que nuestro pueblo ha mostrado cada vez que ha sido atacado», agregó.
Las medidas de vigilancia excepcionales puestas en marcha tras los atentados de noviembre de 2015 han permitido frustrar una treintena de atentados y han facilitado casi 5.000 registros en los que se han confiscado más de 600 armas.
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