El restaurante, situado en la calle Maka Akmukarramah, es un céntrico local de la capital de Somalia frecuentado por civiles.
Sin embargo, las primeras investigaciones apuntan a que el objetivo real del atentado podría ser una oficina gubernamental de inmigración próxima al establecimiento, donde el coche habría explotado de forma accidental.
Por el momento, nadie ha reclamado la responsabilidad de la acción, pero todas las sospechas recaen sobre el grupo yihadista Al Shabab.
Hace dos años, a escasos 300 metros de este restaurante, este grupo mató a veintiuna personas en un asalto armado contra un hotel, que también inició con un coche bomba.
En febrero pasado, Somalia concluyó un largo proceso electoral que renovó la Asamblea Nacional y el Gobierno en los comicios más democráticos celebrados durante el último medio siglo en el país.
El nuevo presidente, Mohamed Abdullahi «Farmaajo», prometió hacer frente a la constante amenaza de los radicales, pero por el momento no ha conseguido detener su escalada de violencia.
El mes pasado declaró el «estado de guerra» en el país para acabar con Al Shabab, que todavía controla amplias zonas del sur y el centro, y ofreció una amnistía a los terroristas que quieran rendirse.
El Gobierno somalí ya ofreció la amnistía a los terroristas en 2014, cuando más de 500 militantes de Al Shabab se acogieron a ella, según fuentes de la Iniciativa Barbaar, agencia internacional de apoyo a la reinserción.
Al Shabab anunció en 2012 su adhesión formal a Al Qaeda y lucha por instaurar un estado islámico de corte wahabí en Somalia, donde perpetra regularmente atentados contra civiles, policías, representantes del Gobierno y militares.
Tropas de la Unión Africana y regionales apoyan desde hace años al Ejército somalí en la lucha contra la milicia extremista, debilitada por la muerte en 2014 de su líder Ahmed Godane, en un ataque aéreo estadounidense.
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