Descrito como un personaje introvertido hasta la mala educación, mujeriego casi adicto al sexo, que no acudía a la mezquita ni respetaba los preceptos del islam, Boulhel entró en contacto con círculos radicales que le captaron de forma rápida, explicó a los investigadores uno de los cinco arrestados por la policía tras el atentado.
El ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, reiteró que este tunecino de 31 años, padre de tres hijos y que trabajaba como repartidor, no había dado ningún signo que indicara su acercamiento a grupos yihadistas.
Pero los investigadores han podido determinar que «se radicalizó muy rápidamente» hasta seguir los preceptos del autodenominado Estado Islámico, que preconiza acciones terroristas contra los países que participan en la coalición internacional que les combate en Siria e Irak.
Su colega de Defensa, Jean-Yves Le Drian, reconoció en la acción de Boulhel «la inspiración que insufla» el Dáesh a mentes «debilitadas» por los constantes mensajes que lanza para «atacar a franceses, principalmente, y a estadounidenses, a través de cualquier medio».
Francia ha encontrado en la reivindicación del atentado por parte del Dáesh y en los testimonios de su rápida radicalización el respaldo a su tesis de que el atentado en Niza estaba inspirado por el yihadismo.
Una hipótesis que había sido puesta en duda por los numerosos testimonios que situaban a Boulhel lejos de todo influjo religioso y le describían como un mujeriego adicto a la musculación, aficionado al alcohol y a bailar salsa.
Cazeneuve, que participó en un Consejo de Ministros sobre seguridad en el Palacio del Elíseo, aseguró que el atentado en Niza abre una nueva perspectiva en la lucha contra el terrorismo, ya que es más difícil discernir a los potenciales terroristas. Pero, además, el autor de la masacre de Niza no necesitó apilar un arsenal de armas o explosivos para cometer una masacre que, por el momento, ha costado la vida a 84 personas.
Su arma fue algo tan banal como un camión frigorífico, con el que burló la vigilancia policial que rodeaba el paseo de los Ingleses, cortado al tráfico en la noche del 14 de julio para que miles de personas presenciaran frente a la playa los tradicionales fuegos artificiales de la fiesta nacional francesa.
Boulhel había premeditado su acto, puesto que alquiló el camión tres días antes, y lo llevó a cabo con ensañamiento, puesto que fue zigzagueando con su mortífero recorrido para atropellar al máximo de personas.
Los investigadores franceses continúan analizando el material incautado en el camión y en los domicilios de Boulhel, en el que vivía solo y el que compartió con la madre de sus tres hijos hasta hace año y medio. Cinco personas, entre ellas su expareja, siguen siendo interrogadas en busca de nuevos elementos.
Uno de ellos, según el canal BFMTV fue identificado por las fotos que tenía Boulhel en el teléfono móvil que fue encontrado en la cabina del camión y, según ese medio, fue quien habló a los investigadores de su rápida radicalización.
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Según indican los informativos, se dió el alto al camión, y después de asegurar que llevaba helados para la fiesta,se le dejó pasar. En un estado de alerta máxima antiterrorista no se entiende como se pudo pasar por alto tan grave "chapuza".