El presunto cerebro logístico de los atentados de París, en los que fallecieron 130 personas, era el hombre más buscado de Europa, después de haber sido «extraído» en coche de Francia con la ayuda de dos cómplices, Mohamed Amri y Hamza Attou.
Fue controlado el sábado posterior de los atentados por la policía francesa en Cambrai, a las 08.10 GMT, en la autovía en dirección a Bruselas, pero, al no estar registrado en la base de datos, no despertó sospechas.
Así, este francés nacido en Bruselas, de 26 años, consiguió escapar del primer cerco policial tras el 13N.
Sus amigos le dejan en la plaza Emilie Bockstael, en Laeken, desde donde es trasladado a Heysel, cerca del estadio de fútbol Rey Balduino, presuntamente por Lazez Abraimi, un marroquí de Jette.
Después se pierde la pista de Salah, que se crió junto a sus hermanos en el distrito bruselense de Molenbeek, que se ha hecho famoso por ser un barrio multirracial en el que han residido varios terroristas, presuntos y condenados, y que ha sido objeto de varias redadas y registros después de los atentados del 13N.
Abdeslam creció en el seno de una familia «normal» y sin que los padres les inculcaran especialmente una vida religiosa, tal y como relató su hermano mayor, Mohamed, a la cadena RTL.
Pero su otro hermano, Ibrahim, compartía con Salah su tendencia yihadista. Murió al estallar los explosivos que llevaba adosados al cuerpo cuando se encontraba en el bulevar Voltaire, uno de los escenarios de los ataques de París, donde supuestamente abrió fuego contra las personas que había alrededor.
Junto con sus hermanos regentaba el bar «Les Beguines», en Molenbeek, que había sido cerrado el 4 de noviembre de 2015 por tráfico de estupefacientes.
El siguiente rastro de Abdeslam se descubrió el 8 de diciembre en el distrito bruselense de Schaerbeek, donde la policía ha encontrado en un apartamento rastros de explosivos y tres cinturones como los utilizados en los atentados de París, así como una huella dactilar de Salah.
Aquel hallazgo hizo pensar a las fuerzas belgas que Abdeslam nunca había abandonado Bélgica y ni siquiera Bruselas.
Salah, que llegó a trabajar para la empresa de transportes públicos de Bruselas, era conocido por el Órgano de Coordinación para el Análisis de la Amenaza (Ocam) de Bélgica y figuraba en una lista de 1.200 personas con vinculaciones con Siria, siendo considerado «en vía de radicalización».
El hermano mayor, Mohamed, que también fue detenido en un primer momento por la policía belga y después puesto en libertad, describe a Salah como una persona «muy inteligente» que, a su juicio, abandonó los planes en París del comando yihadista y decidió emprender la huida antes que inmolarse.
Nada hacía presagiar, según Mohamed, que Salah pudiera emprender esta deriva extremista, ya que lo había visto días antes del atentado de París y ninguna señal había hecho saltar las alarmas, «no hubo un adiós».
Sí describió un «cambio en el comportamiento» de su hermano seis meses antes, cuando «empezó a vivir de manera más sana, a rezar, a no beber alcohol, a ir a la mezquita de vez en cuando», lo que en su opinión «no es directamente una señal de radicalización», según relató a los medios belgas.
Tras los atentados de París, la familia de Salah colocó velas en la ventana de su domicilio en la plaza del Ayuntamiento de Molenbeek en señal de homenaje a las víctimas.
Finalmente, las autoridades belgas y francesas, siempre colaborando estrechamente desde los atentados, se toparon con una nueva pista este martes en una operación antiterrorista en el distrito bruselense de Forest.
Este viernes mismo, la Fiscalía federal confirmó que la policía científica belga había encontrado las huellas dactilares y trazas de ADN de Salah Abdeslam en una vivienda de Forest.
De ahí la pista ha llevado de nuevo a Molenbeek, el barrio que ha sido su hogar y escondite y del que salió para participar en los atentados del 13N.
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