En un comunicado, la Policía de Aquisgrán explicó que, tras recibir «una pista» sobre la posible presencia de individuos «sospechosos» en la ciudad, un comando de las fuerzas especiales detuvo esta mañana a dos mujeres y un hombre.
Otras dos personas fueron después arrestadas temporalmente, añadió la Policía sin precisar más detalles porque la operación continúa abierta.
Las autoridades no han facilitado por el momento la identidad de los arrestados.
Según medios alemanes, los tres primeros fueron detenidos cuando abandonaban en un coche una oficina de empleo de Alsdorf, ciudad de alrededor de 45.000 habitantes.
En declaraciones a la cadena de televisión N-TV, el portavoz de la Policía de Aquisgrán, Werner Schneider, avanzó que los tres son de nacionalidad extranjera y que están siendo interrogados para determinar si existe una conexión con los ataques de París, en los que murieron 129 personas.
Según los primeros detalles de la operación difundidos por el diario «Aachener Zeitung», que cita testigos presenciales, los tres primeros sospechosos fueron arrestados en torno a las 9.30 horas (8.30 horas GMT) cuando abandonaban en un coche una oficina de empleo de Alsdorf.
Varios vehículos policiales rodearon el vehículo y obligaron a bajar a sus ocupantes, que fueron esposados.
Fuentes consultadas por la edición digital del semanario «Der Spiegel» descartaron que el hombre detenido sea Salah Abdeslam, sobre quien pesa un orden de arresto internacional por su supuesta implicación en los ataques en la capital francesa.
Según este medio, los arrestados son Kamal A., de 29 años; Lava M. de 28, y Didem A., de 32, los tres con residencia en esa localidad.
Su detención tuvo lugar después de que la vendedora de un supermercado avisara a la Policía de que creía haber visto en ese trío a Salah Abdeslam.
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Estos atentados terroristas son una provocación a nuestra forma de vida, a nuestra paz construida a base de mucho esfuerzo e historia de otros dramas pasados, que por añadidura, amplifica esta cadena de atentados suicidas que alimentan el escepticismo de poder encontrar un equilibrio mundial y sin barreras que frene los odios y las tiranías. Los jóvenes terroristas entraron en la sala enajenados y armados con fusiles Kaláshnikov –que es arma que mutila y quita la sangre de las venas-. Y como una locura de esquizofrenia mística y ascética, apoyados en las muletas de una religión monoteísta cuyo dogma de fe está dividido por los buenos y los “otros”: los criminales musulmanes, a los que les gusta más tirotear que rezar. Los asesinos aniquiladores comenzaron a disparar indiscriminadamente, probablemente reclutados por la reivindicación hereditaria de tercera generación de musulmanes, que van buscando entre los jóvenes más marginados, hijos de inmigrantes árabes y que se sienten excluido