«La experiencia muestra que este tipo de acontecimientos suelen ser aprovechados por agitadores para sus propias metas», dijo el portavoz del ministerio de Interior, Johannes Dimroth.
El vicecanciller y ministro de Economía, Sigmar Gabriel pidió también no mezclar el terrorismo en el debate sobre la crisis de los refugiados y evitar «que las víctimas de esta guerra sean señaladas como culpables».
Instó así a todos los dirigentes políticos a no extender sobre los refugiados una sospecha generalizada y a «no utilizar a las víctimas de París» para un debate interno en clave alemana.
Las declaraciones de Dimroth y de Gabriel apuntan ante todo al movimiento islamófobo Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida), que desde hace meses realiza una campaña contra la política del gobierno ante los refugiados y al partido Alternativa por Alemania (AfD).
AfD surgió como una agrupación crítica de la política de rescate al euro pero ahora, tras una escisión interna, su principal basa es la crítica de la inmigración y algunos de sus dirigentes se han acercado mucho a Pegida.
La Unión Socialcristiana (CSU), ala bávara de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel, también ha sido crítica de la política migratoria del gobierno y uno de sus miembros más destacados, el ministro de Finanzas de Baviera, Markus Söder, exigió poner freno al «descontrol» en la entrada de refugiados tras los atentados de París.
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