La prohibición es anterior al brote, según reconoce la organización, pero el Gobierno realizó una nueva declaración cuando reabrieron las escuelas en abril de este año, lo que suscitó una nueva polémica por la discriminación y el estigma que sufren las adolescentes embarazadas.
«En un momento en que Sierra Leona se recupera de la crisis del ébola, las niñas embarazadas con las que hablamos expresaron su deseo de ayudar a construir el país. Muchas querían ser enfermeras, médicas o abogadas, profesiones muy necesarias», declaró la investigadora de AI en África Occidental, Sabrina Mahtani, en un comunicado.
Según los datos del Gobierno sierraleonés, en el país hay unas 3.000 niñas embarazadas, aunque los expertos consideran que la cifra real es mucho mayor -alrededor de 10.000- y que la epidemia del ébola ha disparado el número de casos.
El cierre de los centros escolares para prevenir el contagio no fue acompañado de un aumento de la protección de las niñas contra agresiones sexuales y la saturación del sistema sanitario impidió que accedieran a servicios de apoyo o asesoramiento sobre salud reproductiva.
«Las niñas embarazadas cargan con la culpa y la deshonra. Se les niega la oportunidad de avanzar y de lograr que el embarazo precoz no sea el hecho que marque sus vidas para siempre», añadió Mahtani.
En 2004, acabada la guerra civil, la Comisión de la Verdad y Reconciliación recomendó al Gobierno que eliminara la prohibición y permitiera que las niñas embarazadas pudieran asistir a la escuela por considerar que era una práctica «discriminatoria y arcaica», pero nunca se llevó a cabo.
A finales de octubre se puso en marcha un programa educativo para niñas embarazadas que durará hasta julio de 2016 y cuyo objetivo es conseguir que no se queden atrás respecto al resto de compañeros, aunque expertos locales lo han criticado porque estigmatiza a las niñas.
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