En un informe elaborado antes de que se rompieran las negociaciones entre Grecia y sus acreedores, el Fondo calcula que las necesidades de financiación de Grecia entre octubre de 2015 y finales de 2018 ascienden a 52.000 millones de euros, de los que sus acreedores deberían asumir alrededor de dos tercios.
El FMI cree que para garantizar que la deuda es sostenible con una alta probabilidad es necesario que las políticas de Grecia vuelvan a la senda correcta, pero también, como mínimo, ampliar «significativamente» los vencimientos de los actuales préstamos de sus acreedores.
Asimismo, cree que son necesarias nuevas ayudas por parte de sus socios europeos con unas condiciones similares a las del préstamo actual para que el país pueda cubrir sus necesidades de financiación en los próximos años.
Sin embargo, también advierte de que si el paquete de reformas en consideración se debilita aún más, en particular a través de una nueva reducción de los objetivos de superávit primario y una mayor debilidad de las reformas estructurales, «se volverían necesarias quitas en la deuda».
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