De acuerdo con este estudio, publicado el año pasado, si no se reduce la práctica, en el año 2050 el número de niñas que son sometidas a MGF al año sería de 6,6 millones, frente a los 3,6 millones que hubo en 2013. Sin embargo, si se mantienen los progresos que se han hecho en los últimos 30 años, según UNICEF, la cifra a mitad de este siglo se situaría en 4,1 millones.
En el primero de los escenarios, si no se hiciera nada, en 2050 habría 325 millones de mujeres y niñas sometidas esta práctica. En el segundo, si se mantuvieran los progresos, la cifra sería de 196 millones, lo que «ahorraría» a unos 130 millones de niñas pasar por este mal trago.
Según explica la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mutilación genital femenina comprende todos los procedimientos consistentes en la resección parcial o total de los genitales externos femeninos, así como otras lesiones de los órganos genitales femeninos por motivos no médicos.
En la mayoría de los casos, la MGF es realizada por circuncisores tradicionales que suelen tener otras funciones importantes en sus comunidades, tales como la asistencia al parto, si bien el 18 por ciento son realizadas por trabajadores de la salud, una tendencia que «va en aumento».
Existen cuatro tipos principales:
- Clitoridectomía: resección parcial o total del clítoris (órgano pequeño, sensible y eréctil de los genitales femeninos) y, en casos muy infrecuentes, solo del prepucio (pliegue de piel que rodea el clítoris).
- Excisión: resección parcial o total del clítoris y los labios menores, con o sin excisión de los labios mayores.
- Infibulación: estrechamiento de la abertura vaginal para crear un sello mediante el corte y la recolocación de los labios menores o mayores, con o sin resección del clítoris.
- Otros: todos los demás procedimientos lesivos de los genitales externos con fines no médicos, tales como la perforación, incisión, raspado o cauterización de la zona genital.
Según la OMS, «la MGF no aporta ningún beneficio a la salud de las mujeres y niñas, sino que la perjudica de formas muy variadas». Entre sus complicaciones inmediatas se encuentran el dolor intenso, hemorragia, tétanos, sepsis, retención de orina, llagas abiertas en la región genital y lesiones de los tejidos genitales vecinos.
A largo plazo puede acarrear infecciones vesicales y urinarias recurrentes; quistes; esterilidad; aumento del riesgo de complicaciones del parto y muerte del recién nacido.
En ocasiones, cuando se produce por ejemplo al sellado o estrechamiento de la abertura vaginal se debe corregir quirúrgicamente para permitir las relaciones sexuales y el parto. En algunos casos, según la agencia de la ONU, se vuelve a cerrar nuevamente.
Los procedimientos de MGF se practican en la mayoría de los casos en la infancia, en algún momento entre la lactancia y los 15 años, y ocasionalmente en la edad adulta.
Esta práctica es reconocida internacionalmente como una violación de los Derechos Humanos de las mujeres y niñas, puesto que refleja una desigualdad entre los sexos muy arraigada, y constituye una forma extrema de discriminación de la mujer. Asimismo, viola los derechos a la salud, la seguridad y la integridad física, el derecho a no ser sometido a torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes, y el derecho a la vida en los casos en que el procedimiento acaba produciendo la muerte.
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