Escocia quedará automáticamente fuera de la Unión Europea y de la OTAN si gana el ‘sí’ en el referéndum sobre la independencia de mañana jueves y deberá pedir la entrada en ambas organizaciones, que debe ser aprobada por unanimidad por los Estados miembros. La Comisión y el Gobierno escocés discrepan sobre el grado de dificultad que entrañaría este proceso.
El presidente del Ejecutivo comunitario, José Manuel Durao Barroso, ha avisado de que será «extremadamente difícil, si no imposible» que Escocia pueda reingresar en la UE tras su independencia ya que varios Estados miembros, entre los que ha puesto de ejemplo a España, podrían vetar la adhesión escocesa para no dar alas a sus propios movimientos separatistas.
«España se ha opuesto incluso al reconocimiento de Kosovo, por ejemplo, que hasta cierto punto es un caso similar», dijo Barroso en una entrevista a la BBC. «El proceso nunca sería fácil, plantearía muchas dificultades», insistió.
Doctrina oficial
El presidente de la Comisión remitió en 2012 una carta al Parlamento británico en la que expone la doctrina oficial de Bruselas sobre las consecuencias de la independencia de una parte del territorio de un Estado miembro. Esta doctrina data de 2004 y el Ejecutivo comunitario la ha esgrimido también para el caso de Catalunya.
«Si parte del territorio de un Estado miembro deja de ser parte de este Estado porque se convierte en un nuevo Estado independiente, los Tratados dejarían de aplicarse a ese territorio. En otras palabras, un nuevo Estado independiente se convertiría, por el hecho de su independencia, en un país tercero respecto a la UE y los Tratados ya no se aplicarían en su territorio», explicaba Barroso.
Si una Escocia independiente deseara formar parte de la UE, deberá pedir la adhesión, que debe ser aceptada «unánimemente» por los 28 Estados miembros. El próximo presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, ya ha dejado claro que seguirá esta doctrina será la que imperará en la Unión.