El que fuera el «hombre fuerte» de Panamá entre 1983 y 1989, el verdadero poder detrás de los gobiernos de turno, fue recluido en la prisión de seguridad media El Renacer, a orillas del Canal, en una zona selvática a unos 40 kilómetros de la capital que, hasta 2000, estaba bajo el control del Ejército estadounidense.
El exdictador purga penas que suman más de 60 años tras haber sido condenado en ausencia durante estos años por delitos que van desde instigar el asesinato al tráfico de personas.
Noriega, que a sus 77 años arrastra algunas secuelas físicas debido a un accidente vascular que sufrió hace algún tiempo, se convirtió así en el preso más viejo que hay en Panamá, según reconoció la ministra panameña de Gobierno, Roxana Méndez, de quien depende el sistema penal del país.
El preso más viejo
«Yo no he visto a nadie de una edad tan avanzada como este señor en ninguna de las cárceles de Panamá», dijo la ministra a los medios locales, e indicó que para ella eso «representa un reto».
Méndez aseguró que cuando escucha argumentos a favor de la cadena perpetua ella piensa en cómo se puede «manejar prácticamente un asilo de ancianos carcelario», porque «a mayor edad, más problemas médicos, más limitaciones físicas, menos posibilidad de desarrollar actividades diarias, y eso tiene un coste».
Sobre Noriega, dijo que «está mayor, en condiciones físicas vulnerables, pero está sano y puede cumplir sus penas».
La ministra concedió entrevistas a varios medios también para explicar que la introducción en la noche del domingo de un señuelo en la prisión, media hora antes de que llegara el «verdadero» Noriega, sin que los camarógrafos pudieran captar bien su imagen, se debió a medidas de seguridad para evitar un atentado.
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