En la primera visita de un jefe de Gobierno o de Estado a Libia, organizada en medio de estrictas medidas de seguridad y rodeada de un ambiente de manifiesta euforia, ambos líderes, que visitaron Trípoli y Bengasi, recibieron también las alabanzas de los dirigentes políticos del CNT por su implicación en el conflicto armado libio.
«La victoria nunca habría sido posible sin la ayuda de los aliados y especialmente de Francia y el Reino Unido», declaró en una rueda de prensa conjunta el presidente del Consejo Nacional Transitorio (CNT), Mustafa Abdeljalil.
Una ayuda que, según Abdeljalil, que estuvo acompañado por el jefe del Gobierno libio, Mahmud Yibril, responde únicamente a razones humanitarias.
Sin acuerdos secretos
Una cuestión sobre la que volvieron Cameron y especialmente Sarkozy, que negó categóricamente la existencia de agendas o acuerdos secretos en Libia, en referencia a un supuesto pacto entre París y Bengasi para la explotación del 35% del crudo libio.
No obstante, más allá de mostrar la satisfacción por el triunfo de la revolución y por los «rápidos progresos» realizados por las autoridades libias, tanto el CNT como ambos líderes europeos insistieron en que todavía queda mucho por hacer.
Muamar el Gadafi «tiene que ser detenido» dijo Sarkozy, que junto a Camerón arropó en la rueda de prensa a la cúpula política rebelde. Asimismo, el presidente francés advirtió de que todos los que «han cometido crímenes» tendrán que someterse a la Justicia.
En ese contexto, las fuerzas rebeldes entraron ayer en Sirte, ciudad natal del huido coronel, y se hicieron con el control de una zona residencial situada en el oeste de la localidad, aseguró una fuente rebelde.
La irrupción se produjo desde los flancos oeste y suroeste de la ciudad, donde todavía resisten brigadas fieles a Gadafi.
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