La compra de entradas ha estado coordinada por la familia del dirigente libio y responde en realidad a una obligación que tienen los organizadores de los Juegos, que tienen que vender entradas al Gobierno libio debido a que el Comité Olímpico Internacional (COI) no ha expulsado al país magrebí pese a la violenta represión ejercida contra las revueltas de los últimos meses.
De hecho, alrededor de un millón de los 8,8 millones de entradas disponibles han ido a parar a alguno de los 205 países miembros del COI, incluidos otros actores conflictivos como Zimbabue o Birmania. Siria también figuraba en la lista, pero no ha hecho uso de este acceso preferente.
Muhamad Gadafi, hijo del dirigente libio, ha coordinado esta compra y ahora el régimen puede repartir las entradas entre el entorno del Gobierno o vender los pases con un sobrecoste de hasta un 20 por ciento.
El Gobierno británico teme que las autoridades del país magrebí puedan poner en un compromiso diplomático y político a Londres, precisamente en una cita a la que asistirán unos 120 jefes de Estado y Gobierno. Un portavoz gubernamental ha aclarado a 'The Daily Telegraph' que, pese a las entradas adquiridas y a la posibilidad de que Gadafi siga todavía en el poder el próximo año, el líder libio no asistirá debido a que sobre él pesa una orden de arresto dictada por el Tribunal Penal Internacional (TPI).
Las Agencia de Fronteras de Reino Unido no ha aclarado si los miembros del régimen libio podrán tener acceso a los 'visados olímpicos' creados el mes pasado y cuyo objetivo es facilitar la entrada al país de autoridades extranjeras, atletas y entrenadores.
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