Entre otras cosas, los informes ponen de manifiesto que las fuerzas de EEUU dejaron sin investigar centenares de denuncias de abusos y torturas, e incluso de posibles asesinatos, por parte de las fuerzas iraquíes. Además, dan a conocer las muertes de más de 15.000 civiles en incidentes desconocidos hasta ahora.
Las simples cifras son escalofriantes y dan cuenta de la magnitud de la masacre: 109.032 muertes, de ellas 66.081 civiles, 23.984 enemigos, calificados por el Pentágono de «insurgentes» 15.196 militares iraquíes y 3.771 de los países de la coalición invasora. Más de un 60% son víctimas civiles, lo que equivale a unos 31 civiles muertos cada día durante seis años en un conflicto más mortífero de lo que ha sido hasta ahora la guerra de Afganistán.
Las mentiras de Bush
En un principio, los norteamericanos negaron que llevasen la cuenta de los muertos civiles, y el anterior presidente de EEUU, George W. Bush, aseguró en su día que Estados Unidos haría todo lo posible por evitar ese tipo de muertes, algo que contradicen las cifras publicadas, que hablan además de 176.000 heridos. En ese período de cinco años, un total de 180.000 iraquíes, uno de cada cincuenta adultos varones, fueron además encarcelados, y los norteamericanos hicieron la vista gorda a las torturas sistemáticas e incluso asesinatos por las fuerzas de seguridad de ese país.
Los despachos publicados ahora revelan que se ordenó expresamente a los militares de EEUU que no investigaran la violencia ejercida por unos iraquíes contra otros, a lo que estaban obligados como potencia ocupante: 32.500 asesinatos, más de 10.000 muertos de un disparo en la cabeza, casi 450 decapitados.
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