El presidente ruso, Dmitri Medvedev, advierte en una entrevista publicada ayer por el diario estadounidense The Wall Street Journal de que la situación de Kirguistán, donde la semana pasada comenzaron unos graves enfrentamientos interétnicos, podría empeorar aún más y existiría el riesgo de que surja un régimen extremista como el que instalaron los talibán en Afganistán en 1996 tras derrocar al gobierno socialista del país centroasiático.
Medvedev aseguró que Rusia está siguiendo de cerca los «trágicos» acontecimientos que se están produciendo en el sur de Kirguistán.
Respecto a la base aérea que tiene desde 2001 el Ejército estadounidense en Manas, en el norte de Kirguistán, y que es fundamental en el transporte de suministros para sus operaciones en Afganistán, el presidente ruso dijo que «el futuro de esta base está en manos del Gobierno de Kirguistán» pero dejó claro que en su opinión «no debería existir eternamente».
Población afectada
Estados Unidos instó ayer a abrir una investigación internacional sobre la violencia étnica en Kirguistán, mientras su líder decía que el balance de muertos podría ser 10 veces mayor que la cifra oficial de 190.
La administración interina de Roza Otunbayeva y Naciones Unidas dicen que el derramamiento de sangre en los enfrentamientos entre las etnias kirguisas y uzbekas, que ha llevado a cientos de miles de personas a huir de sus casas, comenzó con ataques planeados y orquestados.
Cerca de un millón de personas se han visto afectadas por el brote de violencia en el sur de Kirguistán y necesitan alimentos y otros suministros, advirtió ayer el personal de la ONU.
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