La misiva deja claro que Obama no tiene intención de poner en libertad a ninguno de los prisioneros en territorio estadounidense y está firmada por la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y el secretario de Defensa, Robert Gates, y dirigida al gobernador de Illinois, Pat Quinn.
El Centro Correccional Thomson, construido hace ocho años, se encuentra a unos 240 kilómetros al oeste de Chicago. El Departamento de Justicia utilizará una parte del edificio para albergar a presos federales, mientras que el Departamento de Defensa destinará otra parte al internamiento de un «número limitado» de presos de Guantánamo. «Las dos partes de las instalaciones se gestionarán de forma separada y los reclusos federales no tendrán ocasión de interactuar con los presos de Guantánamo», dice la carta, difundida por la Casa Blanca.
El traslado de los prisioneros no sólo contribuirá a «atajar el urgente problema del hacinamiento en nuestras cárceles federales, sino que también nos ayudará a conseguir nuestro objetivo de cerrar el centro de detención de Guantánamo de una manera oportuna, segura y legal», añade. El Gobierno ha tomado esta decisión pese a las objeciones del Partido Republicano en el Congreso y en Illinois, donde algunos creen que el traslado de los prisioneros -algunos para estar detenidos de forma indefinida, algunos para ser juzgados- podría convertir al estado en objetivo de ataques terroristas. El republicano Mark Steven Kirk ha calificado esta medida de «riesgo innecesario». Pero el Ejecutivo rechazó estos argumentos en la misiva publicada ayer. «La seguridad de las instalaciones y de la región donde se encuentra es nuestra preocupación primordial», aseguró.
«Las instalaciones se construyeron en 2001 según unos requisitos de máxima seguridad y tras la adquisición se mejorarán para superar los estándares del perímetro de seguridad de la única prisión 'supermax' de la nación, en Florence, Colorado, donde nunca se ha producido una fuga o un ataque externo», dijo en referencia a las cárceles de máxima seguridad de EEUU. Los cálculos preliminares del Gobierno sugieren que la prisión de Illinois, que cuenta con 1.600 camas y alberga actualmente a unos 200 reclusos de mínima seguridad, podría modernizarse para recibir a los prisioneros de Guantánamo y a otros presos federales dentro de unos seis meses.
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