Aparentemente olvidada (por algunos) la crisis social y económica que supuso el Covid en estas islas, bastaba sumar un tercer año con el viento de popa en la reactivación del turismo para que algunos empezaran a mostrar su intranquilidad y resucitar viejas polémicas. Lo curioso es que hayan intentado hacerlo sin tener en cuenta que las circunstancias y los argumentos sobre las que en su momento se escudaban, han cambiado.

El pretendido debate sobre la turismofobia que algunas plataformas lanzaban al inicio de la temporada como paño de lágrimas en el que ahogarla, ha acabado durando menos que un caramelo a la puerta del colegio, aunque sigue retumbando por el resto del territorio nacional. Poco ha tardado ese debate en poner en evidencia otras realidades en nuestra sociedad que destapan algunos «aspectos de evidente mejora» de nuestros gestores públicos. Y es que parece que ahora empezamos a darnos cuenta de que quizás, solo quizás, parte de origen del problema de la insatisfacción por el turismo, está estrechamente vinculado al olvido en el que nuestros gobernantes han mantenido a los residentes de estas Islas.

Veamos algún caso concreto con un ejemplo de estos días: mes de junio. Atascos en la entrada a Palma. Media hora para entrar en la vía de cintura y otra media hora, si hay suerte, hasta coger el desvío correspondiente al centro. Algo normal a diario. Día siguiente. No han pasado ni 24 horas. Inicio de las vacaciones escolares, desaparición de los atascos (o reducción casi al mínimo). Pregunta: ¿Hay correlación directa entre atascos y turistas o más bien entre aquellos y los residentes? ¿solo hay congestión de tráfico durante la temporada alta? Me temo que no. Las infraestructuras de transporte no han sido actualizadas para absorber el tráfico cotidiano de los residentes.

Otros: lista de espera en especialidades médicas (ya sea privada, pública o mediopensionista). Siete meses para consulta de dermatología en privada o para una consulta intercentros en la pública (acudir del médico de cabecera al especialista). Supongo que alguien defenderá que algunas especialidades médicas están atestadas de turistas, pero, ¿todos los días de año?

Uno más. Dotación de suelo público para construcción de vivienda protegida para su venta a precio tasado o alquiler a renta asequible. ¿Alguien puede hacer memoria del tiempo que llevan vacíos los cuarteles de Son Busquets junto al Ocimax?. «Solo» son más de 24 años. Podríamos seguir, por ejemplo, con la ausencia o deficiente inversión en infraestructuras de abastecimiento de agua que aminoren las pérdidas y fugas en las canalizaciones. Algo que evitaría, o retrasaría, la adopción de medidas de restricción.

La semilla de contestación social y aparente desafección de una parte de la población al turismo quizás esté ligada al aparente olvido de nuestras múltiples y superpuestas administraciones a la atención de las necesidades de una población que ha crecido más de un 40% en estos últimos 20 años y que, si se confirman los datos publicados por el INE, crecerá en los próximos 15 años un 19% adicional, pasando de 1,2 millones a más de 1,4 en el 2039. Ahí es nada…

La propia sostenibilidad social de nuestras islas está en juego. Es cierto que hay que trabajar sobre el descontrolado e irregular crecimiento de las viviendas vacacionales o en la necesidad de ordenar la carga turística del territorio, pero entre tanto, y para tener una visión cercana a la realidad, igual nuestros políticos podrían empezar por escuchar a sus votantes. Sienten un residente a su mesa, ¡por favor!