Desgraciadamente, nos encontramos con la segunda ocasión en poco más de año y medio que se analizan las consecuencias económicas de una guerra en esta sección. Pues una vez más, de forma lo menos frívola posible y partiendo de la base de lo horrible de la situación, se tienen que explicar diferentes situaciones. A día de hoy el impacto está siendo casi nulo: es verdad que las bolsas este lunes se llevaron un susto, en especial los valores turísticos, pero parece que solo se han visto afectados en el ultra corto plazo, al igual que ha pasado en otras ocasiones.
Como se puede apreciar en el gráfico, en casi todos los problemas asimilables, el día viene en rojo, pero con el paso del tiempo: seis meses después, mirando el EuroStoxx y el S&P como índices de referencia en Europa y EEUU, en todas estas desgracias las bolsas habían anulado caídas, con la excepción de los atentados de Madrid. Un año después solo se mantienen en rojo tras el 11S (que coincide con tres años de caídas post burbuja tecnológica) y tras la guerra entre Rusia y Ucrania, en este caso, solo el S&P, ya que el EuroStoxx sí está por encima.
Si buscamos más largo plazo, no sale en el gráfico porque visualmente no se apreciaría, el S&P cuadriplica su valor desde las Torres Gemelas, y desde el inicio del confinamiento de la COVID, más reciente, el EuroStoxx gana un 61% y el S&P, un 82%. Dicho esto, no se debe frivolizar y hay tres factores a tener en cuenta: el primero es la inversión directa en la zona. En este caso, el territorio es pequeño, hay poca población y aunque Israel es una potencia tecnológica per cápita, no lo es en términos absolutos. Ya han llegado noticias de cierre de negocios de multinacionales como Inditex o Fedex, pero el impacto en sus cuentas será residual. Sí puede afectar más a las compañías turísticas. De hecho, el impacto del sector en bolsa fue mucho más negativo que en las acciones de otros sectores. Es cierto que el turismo que tiene por destino esa zona se puede resentir de forma importante, pero se puede tratar de un juego de suma cero: quien no vaya allí elegirá una zona más tranquila. Ojo, si la nueva elección es más cara incluso podría ser positivo para las empresas turísticas y, por supuesto, para esos nuevos destinos.
El tercer factor sí es más peligroso: el impacto en el precio del petróleo. De nuevo un conflicto con países productores en liza (y de nuevo la duda de si se trata de una casualidad). A día de hoy el mercado no está afectado ya que la zona no tiene mucho impacto en la producción. Aún así, hay que vigilarlo ya sea por las incipientes relaciones de Israel con Arabia Saudí, o, especialmente, por una potencial participación activa de Irán en el conflicto.
Si desde Teherán la ordenaran, es muy posible que se retomaran las sanciones, levantadas para contrarrestar a las rusas, y se dejara de comprar petróleo iraní con lo que el precio subiría, puesto que habría menos oferta, por no hablar de posibles ataques desde Irán a pozos de países cercanos o el cierre del Estrecho de Orzum. Como ya sabemos, un petróleo caro provoca inflación y ésta puede retrasar las bajadas de tipos de interés que tanto espera la economía, las bolsas y la renta fija. Habremos de estar atentos a las próximas semanas.