Desde Cala Mesquida (Mallorca), en días muy claros se puede ver Menorca. Sin embargo, hoy solo se ve el mar y una neblina de fondo. Algo parecido está ocurriendo ahora en materia económica, justo cuando empieza a decaer el optimismo de la última fase de expansión. He aquí una foto rápida de la situación económica al cierre del segundo trimestre:
Balears, al igual que casi todas las regiones, se encuentra inmersa en una fase de desaceleración. Estamos ante un ciclo coordinado. Alemania, Reino Unido, Italia, pero también Rusia, Turquía y México se encuentran bordeando la recesión, mientras que Argentina ha entrado de lleno en una nueva crisis y la mayor parte de regiones asiáticas están participando, en mayor o menor medida, de la desaceleración de la economía china. Esto significa que no podemos confiar en que haya una zona económica que ejerza de locomotora y despeje la niebla.
Los indicadores disponibles son, como es lógico, claros en este sentido, independientemente de si hoy se publica uno positivo o mañana uno negativo. Sería erróneo ignorar la desaceleración que está experimentado una buena parte de los marcadores de actividad, como lo sería ignorar que Balears está, de momento, sorteando mejor que sus socios europeos la desaceleración de la economía global. La niebla balear es menos espesa.
Balears no está al borde de una recesión, ni parece probable que sufra una recaída en forma de crisis a corto plazo. Pero a decir verdad esto es hoy lo de menos: todas las economías relevantes de nuestro entorno están bastante peor que hace un año. Y el año que viene estarán peor que el actual. Por tanto, la niebla persistirá.
No todos los sectores económicos de Balears están en el mismo punto. Por el lado de la oferta, la industria presenta un pulso débil (0,9%), inferior al de los servicios (2%). La construcción (3,7%) mantiene un mayor ritmo de avance, aunque también se desacelera. Por el lado de la demanda, el consumo aguanta, temeroso, el tipo (1,8%), mientras que la inversión empresarial sigue siendo el componente de la demanda que realiza la contribución más positiva (3%). La exportación de bienes está sorteando las oscilaciones de los mercados (1,5%). La inflación moderándose (0,5%) y sin visos de que aumente. Las bolsas están muy sensibles y, como no podía ser de otro modo, extienden la niebla a la economía real.
Sea como fuere, las fuerzas para transitar entre la niebla están ahí. Los bancos centrales parecen decididos a actuar preventivamente para combatir la intensificación de los riesgos. Las administraciones tienen todavía margen para intensificar la corrección del déficit público y reducir unas ratios de deuda pública que continúan siendo muy elevadas, pero, sobre todo, tienen capacidad para reorientar el gasto público e invertir en mejoras de eficiencia e innovación. Las empresas se encuentran más saneadas que en 2007 y con capacidad para sostener también la inversión y capitalizar los réditos derivados de la última fase de expansión en favor de la necesaria mejora de la productividad que sigue retrocediendo (-0,9%). Potenciar la competitividad del tejido productivo parece la opción más prometedora. Convendría pues explorar políticas microeconómicas, en determinadas ramas de actividad, como si de focos antiniebla se tratará.
En días claros se ve Menorca, incluso la Península ibérica. Ahora se ve la niebla. Pero tal vez lo que necesitamos no son instantáneas del momento actual, sino perspectiva para forjar los pilares de la próxima expansión.
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