El aumento de la pesca recreativa, la competencia del pescado que llega de fuera de la isla, el intrusismo y la correcta comercialización del producto, la falta de relevo generacional, las complicaciones administrativas para empezar la profesión, la creación de reservas marinas de interés pesquero o la incursión de embarcaciones mallorquinas durante la época voluntaria de veda de los pescadores de Menorca, fueron algunos de los temas que surgieron en este encuentro promovido y organizado por Es Diari, la Fundació Rubió y Mongofre World Heritage.
Un encuentro que tuvo como ponentes al secretario de la Cofradía de Pescadores de Maó Gabriel Morro, el vocal y restaurador de la Cofradía de Pescadores de Ciutadella Josep Caules, el director general de Pesca y Medio Marino del Govern balear Joan Mercant y al pescador, restaurador y exconseller de Pesca del Consell Insular de Menorca Fernando Villalonga.
Todos ellos coincidieron en señalar que la gran asignatura pendiente era la unidad del sector y quien mejor ejemplificó esta carencia fue precisamente el secretario de la Cofradía de Pescadores de Maó al sentenciar que los pescadores pierden el compañerismo cuando tocan tierra. “Nos preocupamos de pescar, pero en tierra nos olvidamos de comercializar y malvendemos”, apuntó Gabriel Morro durante su intervención.
Actualmente el sistema de venta es directo en los tres puntos oficiales de entrada del pescado de Maó, Ciutadella y Fornells, pero se descartó la creación de una lonja de carácter insular por ser un proyecto inviable. Desde el sector de la restauración, también presente, se pidió poder tener un interlocutor válido como ocurre con el producto agroalimentario para hacer que el pescado de Menorca esté más presente en los menús de los restaurantes.
MENOS BARCOS. Un claro reflejo del retroceso que ha experimentado la flota pesquera menorquina es su disminución en los últimos 30 años, está formada actualmente solo por 57 barcos, 51 de arte menor y seis de arrastre con un centenar escaso de trabajadores, tal y como constató el director general de Pesca del Govern balear, Joan Mercant. En este sentido Mercant habló de un trabajo casi artesanal el que se estaba haciendo aquí. Esta fragilidad es la que precisamente preocupa a las cofradías por la falta de relevo generacional ante una profesión tan sacrificada, marcada por las incertidumbres de las capturas y las dificultades para poder empezar como pescador profesional. Durante el debate se apuntó como solución las reservas vigiladas, donde el pescado pudiera reproducirse y crecer para poder realizar capturas sin tantas horas de trabajo en el mar.
Desde la Cofradía de Ciutadella, Josep Caules habló de una concienciación y de un mayor respeto sobre el medio marino del que actualmente existe. Por su parte, el exconseller Fernando Villalonga alertó del boom de pesca recreativa que se había producido y que con la tecnología que llevaban las embarcaciones existía un peligro real de sobreexplotación, ya que se estaban capturando especies como el dentón o el mero que antes solo hacían profesionales.
También se alertó sobre la pesca submarina y la polémica por las barcas de arrastre de Mallorca, que faenaban en zonas donde los pescadores menorquines dejan descansar para que se puedan regenerar las especies. En este sentido, el director general recordó que la normativa permite a estas barcas venir pese al acuerdo tácito entre los pescadores de Menorca y que, en todo caso, haría falta un plan de gestión oficial para llevar a cabo una veda para todos.