Imagen del miércoles en ses Covetes, una de las playas de arena más valoradas de Mallorca.

Un turista que visita Mallorca estaría dispuesto a pagar 11,30 euros diarios para que se implantaran políticas para combatir el cambio climático consistentes en crear zonas de sombra para mejorar el confort climático, conservar la naturaleza e implantar la compra verde. Además, desembolsaría 1,21 euros al día para que la playa no retrocediera un metro.

Estos son los resultados de dos estudios que ha llevado a cabo el grupo de Análisis Económico de los Impactos del Turismo (AEIT) de la Universitat de les Illes Balears. Àngel Bujosa Bestard es el investigador principal y han participado también Antoni Riera Font y Catalina Maria Torres Figuerola.

Semanas atrás se publicó en la revista Ecological Economics la investigación que valora distintas políticas que se pueden emprender de adaptación al cambio climático en Balears. En concreto, estudia hasta dónde está dispuesto a llegar el turista para evitar los impactos del cambio climático en Mallorca. Para llegar al resultado final realizaron encuestas a alrededor de mil personas en 2014 en el aeropuerto de Palma.

11,30 EUROS COMO MÍNIMO. Los turistas están dispuestos a pagar, de media, 11,30 euros diarios en una combinación de políticas que consisten en crear más espacios verdes, una mayor conservación de la naturaleza e implantar la compra verde.

Para llegar a esta conclusión primero explican a los entrevistados que las condiciones climáticas cambiarán, especialmente la temperatura, y si no se hace nada para evitarlo las actividades que llevan a cabo durante sus vacaciones se van a ver afectadas. Después se les explica que ante esta situación, es posible tomar medidas para evitar estos impactos, pero las medidas tienen un coste. Y a continuación se les ofrecen diferentes combinaciones de políticas que podrían paliar el cambio climático a cambio de una cantidad determinada de dinero.

El experimento está diseñado en tres paquetes de políticas, cada una con tres grados de intensidad en las acciones. Además de estas tres políticas, se introducen dos variables de contexto. La primera es el incremento esperado de la temperatura máxima, que cuantifican entre 30 y 33 grados de media en verano y que puede subir cuatro grados (entre 34 y 37º), ocho (entre 38y 41º) o doce (por lo que la temperatura media máxima en verano quedaría entre 42 y 45º). La segunda variable de contexto es la probabilidad de que se dé un incremento de la temperatura. El coste final es una tasa por día que puede variar entre un euro y seis, en función de la intensidad con la que se apliquen las políticas para paliar el cambio climático.

Pues bien, el estudio sugiere que sería rentable desde el punto de vista turístico invertir de media 11,30 euros por cada turista en ampliar la oferta de espacios verdes, una mejor conservación de la naturaleza e implantar procedimientos de compra verde. Es decir, procesos de compra de productos que estén producidos de forma más respetuosa con el medio ambiente. Esta cifra llegaría hasta los 18,68 euros para la combinación más ambiciosa de estas tres políticas. Evidentemente, como en toda media, algunos turistas estarían dispuestos a pagar más y otros no tanto.

Este experimento da un paso adelante en la medición de los efectos del cambio climático en un entorno de incertidumbre, que viene dada por que no se conoce de manera exacta la magnitud del incremento de las temperaturas. Sin embargo, este es el primer estudio que intenta medir los efectos de la incertidumbre en un escenario hipotético en el que los individuos tienen que tomar decisiones.

Precisamente los resultados sugieren que la disposición a pagar por cada programa de políticas aumenta a mayor incremento de las temperaturas y a mayor probabilidad de que ocurra una subida de las temperaturas.

IMPACTOS CONCRETOS. En otro trabajo que todavía no ha sido publicado, el grupo de Análisis Económico de los Impactos del Turismo intenta ver cómo el cambio climático cambiará la realidad turística en Balears. Todo ello, partiendo de un escenario global de aumento de temperatura y subida del nivel del mar.

En concreto, se ha cuantificado la pérdida de bienestar ante tres impactos concretos: el retroceso de un metro lineal de línea de playa, la pérdida de transparencia del agua y el cierre de playas debido a la proliferación de especies invasoras.

De acuerdo a este planteamiento, la pérdida de satisfacción o bienestar de un turista si la playa retrocediera un metro lineal sería equivalente a 1,21 euros. Asimismo, si la playa se cerrara un día debido a la proliferación de especies invasoras, el turista tendría una pérdida de satisfacción que valora en 0,85 euros. Y la pérdida de transparencia del agua debido a la reducción del 1% de las praderas de posidonia actuales vale para un turista 0,29 euros.