La primera actuación del plan era la fidelización del cliente, basada en la creación de una tarjeta apoyada por el sector privado que daría puntos canjeables por estancias u otras prestaciones de las empresas afiliadas. La tarjeta fue anunciada e inmediatamente descartada tras consultas con entidades potencialmente colaboradoras.
La segunda actuación, la entrada del sector privado en el ámbito de decisión y financiación de Turespaña, se cumplió rápidamente en su primera parte, pero no así en la segunda, pues el sector privado no financia en 2016 más que en 2012, es decir no financia nada, al margen de las pequeñas aportaciones en especies con motivo de viajes de prensa y de agentes de viajes.
El tercero de los grandes proyectos era la reorganización y modernización de las consejerías de Turismo, con una “profunda revisión” de las OET. Desgraciadamente ni reorganización, ni modernización, ni revisión, sino desprofesionalización a través de un Real Decreto, recurrido por las asociaciones profesionales, que valora más los cargos políticos ocupados por los candidatos a las consejerías que la experiencia en turismo.
En agua de borrajas ha quedado también el catálogo de servicios de Turespaña, que entre otrascosas permitía a las OET cobrar por alguno de sus servicios.
Desgraciadamente también se ha olvidado la promesa de generar empleo de calidad con mayores sueldos, y la creación de más contratos indefinidos frente a los temporales, puesto que lo que ha ocurrido ha sido precisamente lo contrario, o la de impulsar un marco normativo común hoy día bien necesario con el avance de la mal llamada economía colaborativa.
Mejor suerte han corrido otras medidas, como la reorientación de las estadísticas, que han pasado al INE, una medida controvertida o la mejora en la emisión de visados y la modulación de las tasas aeroportuarias que se ejecutan por organismos al margen de Turespaña.
Han mejorado la estacionalidad y la desconcentración geográfica. Y por supuesto 2016 ha sido un gran año turístico tanto por cifras totales como por rentabilidad empresarial. Han crecido los ingresos totales y los diarios, pero no el ingreso por turista debido a la menor duración de la estancia.
La secretaria de Estado ha cesado sin haber cumplido los objetivos del PNIT, al igual que la directora de Turespaña, de la que pocos en el sector conocen el nombre, pero de la que no se olvidan los funcionarios por el trato recibido.
En el nuevo equipo, la secretaria de Estado es inspectora de Trabajo y el director de Turespaña, un prestigioso veterano de la casa, lo tienen fácil.
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