Afortunadamente, los economistas podemos a día de hoy medir la aportación de la innovación a la senda de crecimiento económico de un país o región y entender, así, por qué algunas regiones españolas han crecido durante las dos últimas más que Balears, a pesar de partir de un nivel de renta per cápita inferior. Pero como suele ocurrir, los resultados de estas y otras investigaciones ponen sobre la mesa nuevos interrogantes que también necesitan respuesta: ¿Es adecuado el sistema balear de I+D+i para hacer frente a los retos que tenemos planteados como sociedad a medio y a largo plazo? En otras palabras, ¿los niveles actuales de inversión tecnológica y de innovación propiciarán en el futuro un aumento sostenido de la renta per cápita balear, pasando, como decía Schumpeter, de un punto de equilibrio a otro mejor? Y si la respuesta a estas preguntas es negativa y los recursos que destinan las islas a la I+D+i son insuficientes, ¿cuál es la causa?, ¿qué mecanismos tenemos a nuestro alcance para reorientar la asignación de recursos hacia la I+D+i?
Hay que reconocer que la respuesta a muchas de estas cuestiones son complejas, pero un claro determinante de la inversión en I+D+i es precisamente su rentabilidad esperada. Pues bien, esto también se puede medir. Los resultados sugieren que la rentabilidad social de invertir en I+D+i en Balears es 52,8 veces mayor que en el resto de regiones españolas y 8 veces mayor que otras inversiones en infraestructuras o equipamientos. Si tan clara es la evidencia sobre la rentabilidad social de la inversión en I+D+i; si tan rentable es socialmente, ¿por qué no se invierten más recursos en estas actividades, especialmente en las Illes Balears, que se encuentra en la parte baja de la frontera tecnológica?
Ciertamente, no es una pregunta fácil de contestar, entre otros motivos porque se necesitan muchos datos, tanto a nivel agregado como nivel regional, para aproximar la respuesta. Datos que a menudo no están disponibles, pero que son necesarios para diseñar e implementar las medidas (públicas y privadas) orientadas a favorecer la reasignación de recursos hacia las actividades de I+D+i. Esta es una primera conclusión: urge monitorizar y seguir el sistema de innovación balear y abandonar tópicos que sitúan la causa de la baja inversión en I+D+i en Balears en su mayor orientación productiva hacia el sector servicios, en comparación con el resto de comunidades autónomas; o al mayor peso que ostenta la micro y pequeña empresa en el tejido empresarial.
En realidad, y esta es la segunda conclusión, hay que buscar las causas de la baja propensión a invertir en I+D+i en la disponibilidad y calificación de los recursos humanos, la efectividad del sistema científico y el alcance de la política tecnológica. Desde esta perspectiva, urge disponer de información relativa al nivel de habilidades y calificación de la población activa. Respecto al sistema científico, el cual, recordémoslo, es la primera pieza del proceso innovador, se debe medir el aprovechamiento del conocimiento científico que está haciendo el sistema económico y social, en general, y el tejido empresarial, en particular.
Solo así se podrán diseñar los instrumentos necesarios (derechos de propiedad intelectual, incentivos fiscales, subvenciones, etc.) para estimular e incentivar los agentes, especialmente del sector privado, a invertir en I+D+i y, lo más importante, que esta inversión redunde en los aumentos de productividad esperados.
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