En el caso de los fondos que invierten en el mercado inmobiliario, estos tienen como objetivo principal la adquisición de inmuebles para su arrendamiento. En este sentido, estos fondos obtienen la rentabilidad a través de la obtención de las rentas que se derivan de los alquileres y de la revalorización de los inmuebles que tienen en cartera, pudiendo también, en este último caso, perder valor y ocasionar una perdida al inversor.
Estos fondos permiten al partícipe con inversiones relativamente pequeñas diversificar su inversión entre distintas zonas geográficas así como participar en la adquisición de inmuebles a los que no podría acceder fácilmente como inversor individual (hoteles, centros comerciales, hospitales, etc.). A esto hay que añadir las elevadas ventajas fiscales y administrativas, la seguridad de delegar la gestión a un equipo de profesionales y la mayor facilidad que generalmente ofrecen estos vehículos para convertir sus inversiones en liquidez.
La otra categoría mencionada son los fondos de gestión alternativa, dirigidos a obtener retornos positivos en cualquier contexto de mercado, es decir, de retorno absoluto. Estos estilos de gestión, aunque también invierten en activos del mercado monetario, de renta fija y de renta variable, llevan a cabo estrategias de gestión no convencionales que les permiten reducir su nivel de correlación con los mercados.
Las estrategias de gestión alternativa son muy variadas (Long Short, Event Driven, Macro, Market Neutral, etc.) y son estilos de gestión que anteriormente se encontraban reservados a los famosos Hedge Funds, a cuyos participes se les exigen unas inversiones mínimas muy elevadas. En este sentido, el hecho de ser accesibles con inversiones mínimas similares a las de los demás fondos de inversión hace de los fondos de gestión alternativa unos activos muy atractivos para incluir en las carteras, especialmente en momentos de mucha volatilidad e incierta direccionalidad como la actual.
Una vez conocidas estas nuevas vías de inversión, hay que valorar si son adecuadas a nuestro perfil y posteriormente elegir adecuadamente el fondo o fondos que se incluirán en la cartera. Por lo tanto, al estar más descorrelacionados de los mercados financieros que los fondos tradicionales, si se combinan adecuadamente con el resto de inversiones se conseguirá una disminución de la volatilidad de la cartera y una mayor cobertura en momentos bajistas.
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