EL TERRENO. Acrobosc está en una zona arbolada cercana a Santa Eulària, una ubicación que le costó encontrar. “Para montar un parque así es importante que sea una zona arbolada con extensión de terreno y en las Pitiüses es bastante difícil encontrar un terreno con una buena ubicación, que no esté perdido en el monte y que cuente además con árboles que permitan montar este tipo de actividad. No fue fácil encontrar el terreno, pero finalmente lo conseguí”, explica Jean Pierre, que invirtió alrededor de 200.000 euros en poner en marcha su negocio.
Este parque acrobático en altura tiene 4.000 metros cuadrados, varios circuitos según las edades de los participantes (la edad mínima es de tres años, la altura 1,10 centímetros con los brazos en alto y el peso máximo 100 kilos) y una zona de pícnic donde los usuarios pueden comer y beber después de actividades como tirolinas, pasar puentes tibetanos o puentes ‘de monos'. Los juegos y actividades, según explica el propietario, van aumentando de dificultad según la edad, pues hay tres circuitos: el verde (ocho juegos, cuatro tirolinas y es de tres a cinco años), el azul (con 20 juegos, ocho tirolinas y a partir de seis años) y el rojo, que es a partir de 12 años y cuenta con 15 juegos y cinco tirolinas. Cada circuito dura dos horas y el de los más pequeños cuesta 10 euros y el resto 15.
En este parque de atracciones forestal los pinos que son revisados cada año: “Para hacer una actividad así necesitas árboles robustos. Aquí hay pinos que son controlados cada año por un ingeniero forestal para comprobar que están en buen estado”, explica este empresario.
Jean Pierre asegura que este primer año de vida de Acrobosc “no ha sido fácil; ha sido más de presentación del negocio porque es una actividad poco conocida en la isla”, pero afirma que poco a poco, y gracias al boca a boca, se va conociendo entre la población la existencia de esta nueva oferta lúdico-deportiva. “Trabajamos mucho con cumpleaños de niños, pero también hay muchos adultos que se animan a probar y la verdad es que se lo pasan pipa. Se van todos encantados y quieren repetir”.
El hecho de que no sea una actividad muy conocida conlleva a su vez que falte personal especializado: “He tenido que formar a mis trabajadores. Tienen que ser monitores de ocio y tiempo libre enfocados sobre todo en escalada y barranquismo y con una experiencia básica en el uso de material de escalada. El problema es que en Eivissa no hay mucha cultura de esto y cuesta encontrar gente”, concluye Jean Pierre.
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