Este es un nicho de mercado en el que dos amigos bisuteros, José Carretero y Sebastián Llull, aterrizaron en 1966 de manera accesoria y los ha llevado a una meritoria trayectoria empresarial familiar de especialización, no exenta de dificultades como el incendio que destruyó toda su fábrica hace nueve años. Un resurgir de las cenizas en el que supieron desenvolverse con soltura, y que les ha permitido remontar el vuelo, facturando el año pasado casi tres millones y medio de euros, dando trabajo a más de cincuenta personas.
ORÍGENES. El patio de la casa de Sebastián Llull sirvió de primer local para el inicio de su aventura empresarial junto con José Carretero a finales de los años sesenta. Sebastián era mecánico y José ejercía de grabador en una empresa de Ciutadella, dos profesiones bisuteras que les sirvieron de base para crear los primeros moldes y las primeras réplicas en unos inicios cargados de más ilusión y tenacidad que negocio. “En aquel entonces, la fabricación fue hacia el souvenir, la típica réplica de una espada de Toledo o un abrecartas que en aquel tiempo copaban las tiendas para el turismo”, explica Jaume Llull, director comercial y segunda generación al frente del negocio. “Decidieron constituir la empresa oficialmente en 1978 después de unos años de consolidación, construyendo una nave en el polígono industrial de Ciutadella”, añade Jaume. “Se ponía en marcha la cadena de fabricación con la sección de fundición, los mecánicos y el almacén, siguiendo con el proceso de los baños, el montaje, el acabado y envasado final. Unos cuatro mil metros cuadrados para llevar a cabo toda los procesos”, concluye.
EXPANSIÓN. El pistoletazo de salida en el polígono supuso una evolución constante de la producción, llegando a su punto álgido en el año 2002, con 84 personas en fábrica. Las variedad de modelos les implicó la disposición de materiales y personal especializado repartido entre las diferentes fases y secciones. “Desde el diseño de la pieza, la elaboración de los moldes, la fundición de las piezas metálicas, el ajuste o el acabado según las características de cada modelo, se fue ordenando toda la fabricación, contando con el soporte de una carpintería externa que suministraba todos los acabados de madera. Las estructuras de nuestros productos están fabricados con zamak, que es una aleación de zinc, lo que nos permite junto con la madera, dar una imagen fiel a las piezas imitadas”, detalla Jaume Llull. “Las ventas a terceros países y a la Unión Europea nos supone un 97% de la fabricación y el 3 por ciento restante, en España”, detalla. “Prácticamente el 100% de las ventas se realizan a través de clientes mayoristas con los que mantenemos una relación que viene de lejos. Somos capaces de realizar pequeñas producciones a la carta y esto nos hace muy atractivos frente a la competencia feroz que nos invade de la China”, concluye Jaume.
TRAGEDIA. El 13 de setiembre de 2005, Denix vivió el peor momento de su exitosa existencia. Una chispa producida por las soldaduras de unas piezas provocaron un incendio que calcinó toda la fábrica, dejando una situación de desolación no apta para sufridores. “Hablar de una crisis es hablar de lo que nos ocurrió hace nueve años. Por fortuna, se salvaron la mayoría de moldes, pero la situación fue durísima. Sin embargo, nos negamos a admitir que era la mala suerte y no el mercado la que nos quería forzar al cierre y en dos meses, conseguimos que salieran productos”, explica orgulloso Jaume. A partir del incendio, perdieron el cincuenta por ciento de la producción y tuvieron que reducir personal hasta los 28 trabajadores en fábrica, aunque en dos años consiguieron hacer una nave nueva y recuperar la confianza de distribuidores. “La crisis financiera también nos ha afectado porque estamos hablando de un producto de capricho pese a que hemos conseguido mantener ventas porque ya sabemos que el coleccionista hace todos los esfuerzos posibles para conseguir lo que está buscando”, detalla el director comercial. Este año han iniciado la reconstrucción de los 920 metros de la tercera nave que servirán para organizar mejor las expediciones.
MODELOS. El catálogo de la empresa está compuesto por una selección de los modelos más vendidos y demandados por los coleccionistas de todo el mundo, que se van nutriendo con las nuevas incorporaciones. “Son objetos meramente de adorno y no tienen la posibilidad de hacer fuego o cortar en el caso de las armas de filo, pero son fidedignos a la realidad del momento histórico del cuál son réplica”, explica Jaume Llull. “Para citar los más populares, estamos hablando de un fúsil de asalto Kalashnikov, de un Winchester, de las Parabellum que se utilizaron en la Primera y la Segunda Guerra Mundial, de los revólveres Colt, en fin, un extenso catálogo de dos cientos modelos que vamos variando según las modas”. De hecho, las películas o las series son grandes generadoras del coleccionismo del mismo modo que geográficamente, cada territorio tiene sus demandas.
“En Francia, por ejemplo, tenemos distribuidores en la zona de Normandía que venden réplicas de la Guerra Mundial, o en Estados Unidos todo el tema del Oeste genera peticiones de revólveres como los que utilizaba John Wayne. Cuando se puso de moda la película Gladiator, estuvimos fabricando espadas de gladiadores romanos”, añade. Su catálogo es revisado regularmente por la Dirección General de la Policía y la Guardia Civil por medio de la Intervención Central de Armas y Explosivos. “Estamos seguros que también la Interpol, la CIA y el FBI nos tiene fichados porque nuestros productos viajan por todo el mundo pero estamos muy tranquilos”.
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