La Associació de Crítics i Comissaris d'Art de les Illes Balears (ACCAIB) ha iniciado un proceso de impulso intergeneracional abriendo la puerta a jóvenes profesionales que también ha llevado a la renovación de la Junta Directiva en una reunión celebrada el pasado mes de septiembre. Un camino que comenzó hace dos años, con el trabajo de la anterior Junta, compuesta por Asun Clar como Presidenta, y Pilar Ribal, Carlos Jover y Fernando Gómez de la Cuesta como vocales. Fernando Gómez de la Cuesta ha sido nombrado ahora presidente; Magdalena Aguiló Victory, vicepresidenta; Juan Carlos Rego de la Torre, tesorero; Montse Torras Planas, secretaria; Aina Ferrero Horrach, vocal y Pilar Ribal, vocal.
El ibicenco Fernando Gómez de la Cuesta (1976) es crítico de arte en ABC Cultural, comisario independiente, investigador y docente. Licenciado en Historia del Arte por la UIB y en Derecho por la UB. Presidente del IAC Baleares entre 2016 y 2020. Forma parte del Ministerio de la Verdad de la publicación Sublime. Ha sido curador residente en el Casal Solleric de Palma con diferentes ciclos de exposiciones (2010-13), comisario del proyecto de residencia de artistas CRIdA del Ajuntament de Palma (2011-12), director del festival de fotografía PalmaPhoto (2013-15), comisario del I Festival de Arte Contemporáneo de Saltillo (Coahuila, México, 2015), de la Feria de Arte Contemporáneo MARTE de Castellón (2018) y de la Feria Internacional Art Madrid (2020).
Sus escritos han sido publicados por centros de diferentes países. También destaca su labor como docente, ponente o coordinador de diversos programas de formación, talleres, conferencias y seminarios, vinculados principalmente a universidades, museos y centros de arte contemporáneo. Ha sido ganador de las siguientes convocatorias públicas: Comisariado de la residencia de artistas del Ajuntament de Palma (2011), Comisariado del certamen de intervenciones urbanas BetArt - Calvià (2014), Dirección de la Fundació Palma Espai d'Art (2016), Certamen BuitBlanc de proyectos expositivos del Ayuntamiento de Alicante (2018) y Convocatoria pública de presentación de proyectos para La Regenta de Las Palmas 2020-21 (2019). Ha sido jurado en múltiples premios y certámenes. Ha comisariado multitud de exposiciones individuales de artistas muy conocidos y ha trabajado para centros y proyectos de mucho prestigio.
Actualmente tiene en exposición la individual de Avelino Sala titulada Maniobras de escapismo para ECCO Cádiz (hasta enero de 2021) y en preparación El gran libro de la Historia del Arte de Martín y Sicilia para el Cabildo de Lanzarote, el ciclo de arte de acción enmarcado en el Festival Cool Days 2021 de Artà (Mallorca) y los proyectos colectivos Ultrafotografía para el Centro Párraga de Murcia y Los trabajos estériles para La Regenta de Las Palmas.
¿Qué es la ACCAIB, cuándo se fundó y con qué objetivos?
—Es una asociación de críticos y comisarios que operan desde las Islas Baleares. Se fundó en 2009 y desde entonces hemos tenido una actividad que se desarrolla en torno a dos temas. El primero es el de apoyo y formación, que es en el que queremos profundizar ahora, a corto plazo, mediante programas formativos para que nuestros asociados puedan seguir preparándose, puedan entrar en contacto con otros agentes de otros contextos y que se produzca un aprendizaje mutuo. El segundo es la vigilancia del código de buenas prácticas en lo que se refiere a las artes visuales, poniendo el foco especialmente en la atención a la relación entre los agentes independientes, que somos nosotros, y las instituciones, habitualmente públicas.
¿Qué evolución ha experimentado la asociación desde que se fundó?
—La asociación ha pasado por diferentes fases desde que se fundó en función de los diferentes equipos que ha habido en la junta directiva y también en función de los tiempos. Ahora, relacionado con la época que estamos viviendo, se ha revitalizado el tejido asociativo, ya que el trabajo de comisario y crítico siempre ha sido muy individual y cuando ha habido contextos económicos más positivos, había menos necesidad de unirse, había algo más de trabajo y eso ocupaba más nuestro tiempo. Ahora ha habido cierto cambio de paradigma con una crisis absoluta que ha dejado en evidencia la precariedad estructural de todo lo que tiene que ver con el tejido de la cultura y las artes visuales.
¿Qué consecuencias ha traído la pandemia que hayan afectado a la asociación?
—La pandemia es algo terrible, inopinablemente negativo, pero aunque parezca mentira, esto ha tenido algún efecto positivo colateral ya que los tejidos asociativos, en muchos casos, se han vuelto a revitalizar y a unir porque necesitamos hacer una reivindicación colectiva de nuestros derechos ya que la situación es muy comprometida y precaria.
¿Los objetivos con los que se fundó la asociación se han cumplido?
—Los objetivos no están cumplidos ni creemos que se puedan llegar a cumplir desde el desmantelamiento de la cultura que se está produciendo y en una situación de contexto económico crítico, es muy difícil que esos objetivos que nos marcamos de que exista una estructura profesional y solvente se puedan cumplir. Nuestro trabajo fundamental no es tanto conseguir esos objetivos, que entendemos que son muy difíciles, sino reivindicarlos para que se produzcan pasos hacia esa dirección. Tenemos que ser un reivindicador constante de todas esas situaciones anómalas y de todas las cuestiones que creemos que no se desarrollan de forma adecuada.
¿En qué situación ha quedado la cultura con esta pandemia que estamos sufriendo?
—La cultura ha quedado muy tocada. Desde la ACCAIB queremos que se entienda la necesidad vital de la cultura, que no es algo superfluo ni accesorio, sino algo que nos define como seres humanos. Parece que ahora que empiezan las restricciones la gente quiere eliminar los eventos culturales como si fueran algo superfluo, pero somos muchos los que vivimos de ellos. Esta situación deja al descubierto muchas estructuras precarias: no se firman contratos o cuando se firman se hace muy cerca del hito de visibilidad, cuando se lleva mucho trabajado en el proyecto, es decir, muchas veces se firma el contrato justo el día de la inauguración cuando a lo mejor se lleva un año preparándolo, redactando los textos, investigando, acometiendo tareas logísticas, etc. Esto ha hecho que muchos profesionales no hayan podido cobrar muchos proyectos que se han cancelado debido a que identificamos el hito de visibilidad y la percepción de los honorarios, lo que se debería hacer es fraccionar los contratos y cobrar a medida que se fueran entregando los diferentes trabajos que requiere el propio proyecto. Nuestras reivindicaciones son que se reconozcan una serie de derechos, tanto laborales como a favor del tejido creativo en general, porque hay que marcar la distinción entre lo profesional y, por otra parte, todo el tejido creativo de un contexto que no tiene por qué ser profesional.
Una de las medidas que exigen es la simplificación de los procesos administrativos y una revisión fiscal que ajuste los regímenes de cotización de la seguridad social en función de la actividad generada, todo esto en el campo burocrático y administrativo ¿Qué otras medidas deberían tomarse en estos campos?
— Las personas que están en el poder emprenden políticas que giran entre la pereza y la cobardía, yo creo que ellos arriesgan muy poco, se cubren las espaldas y se parapetan detrás de una burocracia farragosa para evitar que las cosas fluyan de otra manera para así tenerlo todo controlado. Es un problema de falta de valentía y de decisión política y, en cierto modo, con la perspectiva de que pase la legislatura sin haber emprendido cambios o reformas que les pueden generar un problema a ellos, pero que puedan ser muy beneficiosos para el tejido. Es un riesgo que no quieren correr.
Exigen reuniones con los políticos que generen soluciones prácticas e inmediatas. ¿Cuáles serían estas soluciones? ¿En qué medida tendrían que ser consideradas las propuestas generadas por la ACCAIB en los programas políticos? ¿Qué problemas se encuentran a la hora de hablar con el Govern?
—Estamos hartos de ser convocados a mesas que ellos llaman de trabajo, pero que para empezar nunca o casi nunca están remuneradas para los agentes independientes y asociaciones que participamos en ellas. Serán mesas de trabajo para ellos, para nosotros son mesas de esfuerzo gratuito, al final ponemos nuestra experiencia, conocimientos, horas, entramos en gastos, pero todo lo que se dice, lo que se trabaja, no resulta efectivo. Legislatura tras legislatura nos sentamos delante de los interlocutores políticos, que además cambian, y hay que hacer de nuevo una pedagogía desde cero y explicar qué es el tejido creativo y cultural de un contexto. Nos encontramos repitiendo las mismas obviedades y a veces nos hartamos de que ellos articulen esas mesas de reunión de forma que solo buscan la foto con los agentes culturales sociales y fingen escucharnos, pero luego la parte de eficacia y ejecutividad queda muy diluida.
También tienen el deseo de colaborar con otras asociaciones de creadores para llevar a cabo nuevas medidas. ¿Con qué asociaciones?
—Sí, se ha establecido una mesa sectorial de arte contemporáneo donde están representadas las principales asociaciones, IAC , AAVIB o ADACE, entre otras, con ellas estamos trabajando.
¿Por qué en Mallorca hay tantos comisarios y críticos de arte?
—Bueno, no sé si son tantos. Palma de Mallorca tiene unas infraestructuras importantes porque tiene una densidad de galerías de arte muy alta que también son posibilidades para artistas, comisarios y críticos, también hay publicaciones donde incorporar textos. Existe Es Baluard, la Fundació Miró, El Casal Solleric, hay un tejido más amplio y más profesionales trabajando en esos contextos. En Ibiza está el MACE pero faltan galerías de arte privadas.
¿Por qué en Ibiza no hay críticos de arte?
—Alguno hay. Pero la crítica en general apenas existe porque es muy difícil que haya profesionales de la crítica que sean a la vez comisarios, agentes culturales y creadores. Para ser un crítico libre tengo que poderme ganar la vida íntegramente como crítico. Es muy difícil ser crítico de una galería o institución a la vez que se le está pidiendo un proyecto. En Ibiza está el MACE pero faltan galerías de arte privadas.
¿Cuál es la situación del arte en Ibiza?
—Ibiza tiene cosas muy buenas, tiene una tradición de pintura muy potente que se inició con el Grupo Ibiza 59, y que arraigó dentro del contexto: expresión, geometría, poética y lírica, todavía subyace el tópico, que tiene parte de verdad, de la luz, el blanco, la cal… Partiendo de ese bagaje han salido multitud de artistas que al seguir esa línea a lo mejor se han separado de la actualidad más rabiosa y al final el creador debe ser punta de lanza de la creación. La gente joven que ha salido fuera de Ibiza, que ha tenido proyección nacional e internacional, como Irene de Andrés, Adrián Martínez o Esther Rahola, son quienes actualmente tienen cabida en una exposición en museos como el MACE, junto a otros jóvenes talentos emergentes de las Baleares. También en Ibiza se ha realizado, recientemente, el festival de performance Territori organizado por Isa Sanz, o el proyecto les Dotze naus, hace dos años, del que fui parte. En el MACE Elena Ruiz hace una gran labor dentro de lo que tiene que ser un museo con proyección nacional e internacional, el MACE tiene que dar abrigo a los artistas locales que lo merezcan, tiene que dedicarse a su función de museo, para completar la estructura del arte contemporáneo hacen falta en Ibiza infraestructuras intermedias. Acceder al museo es maravilloso pero tienes que acceder cuando toca y con las vías correspondientes. Hay algunas galerías como La Nave Salinas o Parra y Romero que también traen a artistas internacionales muy interesantes.
Por último, ¿qué les diría a los artistas para que no se desanimaran y siguieran creando?
—Que el arte es algo esencial en nosotros, que nos define como seres humanos y nunca va a desaparecer por muy terrible que sea el contexto. La maravilla de la creación es que no se puede bloquear de ninguna manera ni en las épocas más conflictivas, siempre aflora.
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