También ésta es una de las habilidades de los creativos, saber enamorar al público. Seducir con belleza sobresaliente, logrando despertar una armonía interior que finalmente resuelva la indudable admiración por lo que se aprecia. Indudable, la venus de Willendorf estal vez un ejemplo a contemplar. También cualquier representación escultural faraónica. O griega. ¿Mesopotámica tal vez? ¿Ay, y nuestra querida Tanit?
Infinitas opciones que no necesariamente deben su aprecioa lo carnal. Un paisaje acariciado por luces, por niebla, por blanco… o desierto. Quiero decircon esto que el agrado también es nuestro, si permitimos que nos invada y si lo acogemos. Me viene a la memoria ese cuadro de Dalí, que presentauna mujer mirando por una ventana. Un retrato en azules de una chica de perfil con una coleta, de Picasso. Una composición de Klee.
Cualquiera de las cabras de Chagall. Las variadas representaciones de la torre Eiffel de Delaunay. Algún cartel anunciador de eventos de Lautrec. El hombre de azul, sombrero negro y bufanda roja…Palmyra, Abu Simbel, Samaipata, Covadonga o s'església de Santa Agnés de Corona son claros ejemplos de que de memoria
recordamos aquello que en un momento dado nos impresionó. Nos cautivó.
Las razones pueden ser variadas, lo importante es seguramente que una expresión de arte ha llegado a nosotros, un jardín Zen lleno de nada.
¿Qué sucede con estas líneas que casi no llevan a ninguna parte, pero logran transformarnos guiándonos intuitivamente a la reflexión, al relax, a la contemplación de nuestro interior?
Las líneas rectas y fieles a un horizonte de luces y sombras, que evitan que la pesadez y el acabado casi hostil del hormigón provoquen sensaciones de rechazo. Lo que coloquialmente llamamos arquitectura moderna, tuvo sus inicios hace más de un centenar de años. La Sainte Chapelle de Ronchamp sería un acento pronunciado que comprueba, como una estructura de mastodonte es capaz de desafiarlos juicios preconcebidos, que pretenden que lo grandioso pueda ser precisamente eso, grandioso. ¿Qué ocurre con el cachorro de elefante?
Hundertwasser, casi más conocidocomo pintor que arquitecto, creador de un juego a veces casi gaudiano, fue capaz de trasladar texturas color y formas a sus edificaciones, convirtiéndolas en obra pictórica, en realidad escultórica, por su salto glorioso de lo bidimensional a lo tridimensional, desafiando espacio y tiempo.
Como valor adicional podemos observar un encanto casi de cuento, en sus obras. Sea cual fuere. Curioso es que pasó largas temporadas abordo de su velero en aquel continente, que más tarde acogería el rodaje de la trilogía de Tolkien.
Y en estos momentos recuerdo un enunciado que me fascinó.“Lo mismo no es lo mismo.”Casi habría que añadir una exclamación.
Una exposición en la sala superior del Mace mostró las obras dignas de este notable enunciado de Bechtold. Característico en sus composiciones es que la sencillez resulta tan elegante y lograda, que contemplar esta obra relaja. Las composiciones dedicadas, que albergan siempre la misma mancha, que evidentemente no es la misma, pueden llevarse ciertamente al infinito, sin posibilidad de agotar posibilidades.
La sencillez del saber estar, refleja en el arte una manera de vivir diferenciada pero distinta, poluta y generosa que no lamenta la coexistencia con una austeridad casi banal. Aunque nuestro interior en ocasiones presenta una sobrecarga, la admiración de lo más sencillo recupera con rapidez la capacidad de admirar lo mismo, que no es, logrando el desafío eterno al compromiso social con el arte.
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