—Usted es mallorquín, ¿qué nos podría decir de su infancia en Palma?
—Viví dos épocas en Palma. La primera fue hasta los seis años; luego, por la profesión de mi padre, era militar, nos fuimos a Roses y en el Instituto de Figueres comencé a estudiar la enseñanza media que continué, de vuelta a Mallorca, en el Instituto Ramón Llull de algunos de aquellos profesores guardo un gratísimo recuerdo.
—¿Qué profesores tuvo?
—Pues recuerdo con mucho cariño al profesor Galmés natural de Sant Llorenç des Cardassar que me inoculó el entusiasmo por el griego. Éramos muy pocos en su clases que, por cierto, preparaba muy bien. Luego también tuve de profesor a un cura, Bosch, que sabía mucho latín.
—Su padre era militar, ¿qué nos puede decir de la rama mallorquina de su apellido, los Gual?
—Recuerdo mucho en mi niñez a mi abuelo Gual. Vivía en las avenidas. Tenía una estupenda biblioteca con unos seis mil volúmenes. En los anaqueles de la misma estaban todas las obras de Blasco Ibáñez que no leí. Si leía mucho las ediciones ya vetustas que tenía de Julio Verne, también leía con fruición a Conan Doyle y a nuestros escritores del 98, especialmente a Unamuno y Azorín.
—¿De la Palma de su infancia y adolescencia que recuerda?
—Sobre todos mis paseos por la ciudad. Los domingos íbamos a la misa mayor de la Catedral. Al salir, tenía seis años, me gustaba mucho asomarme al mirador que está junto a la Catedral. También recuerdo las temporadas que pasaba con mi padre en Alcúdia.
—¿Sigue yendo usted por Mallorca?
—En Palma tengo una hermana, y en los últimos años he ido también a dar conferencias o a presentar libros.
—¿Cuál va a ser el tema de su discurso de ingreso en la Real Academia?
—Tengo que pensarlo todavía, hacerlo me llevará unos meses, le podría adelantar de forma genérica que el tema será la literatura antigua o algún aspecto del Humanismo.
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