A pesar de que muchos turistas y residentes en la isla consideran con cierta razón que Eivissa Medieval es una acumulación de puestos con productos a precios desorbitados, también es cierto que la feria incluye otra serie de atractivos. Hasta el domingo el visitante también puede disfrutar con conciertos de música renacentista y medieval, exposiciones, obras de teatro y de baile, espectáculos de animación infantil, personajes vestidos de época recorriendo las calles o demostraciones de artesanía ibicenca.
De todos, uno gusta especialmente a los visitantes, sobre todo a los más pequeños de la familia. Se trata de los juegos medievales a caballo que se desarrollan dos veces al día, a las 11.00 y a las 19.00 horas, en un palenque construido para la ocasión en el Parque Reina Sofía. Los encargados de llevarlo a cabo son los miembros del Club Hípico Bruno y viendo el resultado, lo cierto es que muchos de los visitantes se quedan con ganas de que haya más sesiones diarias.
El año pasado este espectáculo fue la gran novedad de la feria y para esta edición se ha renovado, decidiéndose apostar por esta hípica ibicenca que tiene su sede en el Camí de Sa Vorera de Sant Antoni, en lugar de la empresa Legend Especialistas. Así, en vez de un torneo medieval en el que se incluía una lucha con espadas y lanzas, en esta ocasión todo queda en unos originales juegos de habilidad a caballo relacionados con el medievo. Y todo, para decidir cual de los dos equipos es el que se lleva el favor y el amor de la princesa.
Cuatro intensas pruebas
Concretamente, el público, sobre todo los más pequeños, vibra viendo el desarrollo de cuatro pruebas. La primera consiste en colocar la lanza dentro de unos pequeños aros mientras cada caballero va a lomos de su montura, la segunda en una carrera de relevos, la tercera en dar la vuelta a unas banderas colocadas para la ocasión y finalmente; la cuarta, en tirar unos vasos con agua. «Yo ya tengo experiencia en organizar pruebas de este tipo en Menorca y Barcelona pero para esta ocasión nos hemos documentado lo mejor posible para encontrar cuales eran las pruebas a caballo que se hacían en el medievo y ver al mismo tiempo cuales podrían ser las más atractivas para todo tipo de público», explicó ayer al respecto Bruno Serra, propietario del Club Hípico Bruno.
El equipo que participa es de unas 15 personas y los encargados de ponerse en la piel de los caballeros protagonistas son alumnos de la escuela de Bruno, todos ellos expertos jinetes. Todos montan 6 caballos en cada función, tres por equipo, y para que todo resulte perfecto han estado entrenando a conciencia. «Aunque cuando se presencia el espectáculo éste puede parecer sencillo no lo es en absoluto, y por eso, una vez que seleccionamos las pruebas hemos estado trabajado intensamente tres días por semana desde hace casi dos meses», explicó Serra.
Finalmente, el esfuerzo merece la pena. El espectáculo es vistoso y efectivo y además, los caballeros, como los futbolistas actuales, se acercan hasta la zona del público para dejarse hacer fotos de recuerdo. Lo dicho, lástima que sólo haya dos sesiones diarias.
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