Con esta celebración, Antonia ya es oficialmente la primera vecina de la localidad en llegar a la centena. Y lo hace con un envidiable aspecto, con la cabeza a pleno rendimiento y marchando todos los días con su andador de camino por la finca hasta la carretera.
La homenajeada nació en una familia humilde de Sant Miquel el 28 de octubre de 1916. Fue la octava de nueve hermanos, se crió en la finca familiar de Can Garrovers des Pla Roig y siempre se dedicó al campo, cuidando desde pequeña de las ovejas, los boniatos, las patatas y el carro con el que se recogía la siembra. Tras casarse con Pedro Torres Ferrer se marchó a vivir a la finca de él, Can Pere des Matà, en Benirràs, y tras parir a sus dos hijas, María y Antonia, enviudó con 28 años.
A pesar de todo, Antonia sacó adelante a dos niñas de 7 y 4 años respectivamente, encargándose de ellas, de la subsistencia de la familia y del campo con ayuda de sus suegros y familiares. Tal y como confesó a nuestra compañera Carmen Cires hace unos días, quizá ahí resida parte del secreto de su longevidad: «Pasarlo muy mal durante temporadas y trabajar mucho en el campo para sacar adelante a las niñas». Y es que como dijo entre bromas: «Se ve que trabajar mucho y sufrir no mata».
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