Miquel Alenyà Fuster es el economista balear de más reconocido prestigio. Durante lustros recogió todas las cifras macroeconómicas y microeconómicas habidas y por haber de Balears y gracias a eso conocemos con precisión la evolución de nuestra economía en los últimos 35 años. Fue gerente de la Fundación Sa Nostra, presidente de la Academia de Bellas Artes de Sant Sebastià (Mallorca), llevó la Obra Cultural Balear y ahora dirige la Cruz Roja con una presidencia marcada por una preocupación especial por las víctimas de la crisis. Alenyà es un bloguero culto y enciclopédico (véase http://miquelcinema.blogspot.com.es) y sobre todo un hombre minucioso, multifacético —buen especialista en pintura balear— y de larga trayectoria cultural. Nos sorprende ahora con un puntilloso estudio, de 400 páginas, sobre los 140 de la Cruz Roja en Balears y los 110 en Ibiza.
—Miquel, ¿qué está haciendo la Cruz Roja en estos momentos en que la crisis azota a las capas sociales más humildes?
—La Cruz Roja Española está volcada en ayudar a las personas más afectadas por la crisis y sus secuelas. Cada día nos visitan en Balears unas 80 personas que hasta ahora nunca habían solicitado nuestras ayuda.
—¿Tiene alguna característica especial la historia de la Cruz Roja en la isla pitiusa?
—La Cruz Roja en Eivissa nace por voluntad de la sociedad ibicenca. En 1903 el Sr. Palerm, director y propietario de una publicación periódica de la isla, viaja a Mallorca para informarse, ver cómo funciona la entidad y comprobar cómo se organiza un dispensario gratuito para personas sin recursos y, sobre todo, cómo se financia.
—Dos actuaciones de la Cruz Roja ibicenca llaman mucho la atención: su papel en la gripe de 1919 y la ayuda a los heridos del famoso crucero nazi Deutchland…
—La epidemia de la gripe causó gran alarma en las islas por los peligros de contagio. La Cruz Roja atendió a muchos enfermos. La tragedia del Deutchland constituye un episodio que todavía no se ha olvidado por el gran esfuerzo que supuso a nuestros voluntarios.
—Tras la Cruz Roja ibicenca está detrás la sociedad cultural Ebusus, ¿cómo era aquella asociación de burgueses e intelectuales que tanto hizo en los comienzos de la Cruz Roja?
—Hay una gran coincidencia de personas entre quienes rigen la Cruz Roja y la sociedad Ebusus en los años 30. En Eivissa, como en todas partes, cultura y solidaridad suelen ir siempre de la mano.
—Un personaje que hizo mucho por la Cruz Roja fue Cristina de Montis y von der Klee, hija de barón y señora muy culta que acompañó por Eivissa nada menos que a Menéndez Pelayo o a Sorolla…
—Fue una de las primeras voluntarias de la entidad. Por su personalidad y por su capacidad de liderazgo fue elegida presidenta de honor de la Asamblea insular de la Cruz Roja en Eivissa. Ella promovió con éxito el voluntariado femenino y la mejora del dispensario.
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