La 67 edición del Festival de Cannes se cerró este sábado con la consagración del turco Nuri Big Ceylan, que se llevó la Palma de Oro por Winter Sleep, y el reconocimiento del cine joven representado por el canadiense Xavier Dolan, que consiguió el Premio del Jurado por Mommy.
Aunque eso sí, compartido con el veterano y ausente Jean-Luc Godard, que a sus 83 años presentó en «Adieu au langage» un estrafalario ejercicio de estilo, tan aplaudido como denostado, pero con el que Cannes ha saldado una antigua deuda ya que nunca antes había premiado el cine de uno de los fundadores de la «nouvelle vague».
El Gran Premio del Jurado fue para el naturalismo formal de la italiana Alice Rohrwacher por Le mereviglie; el de director para el estadounidense Bennett Miller por Foxcatcher; el de guion para el ruso Andrey Zvyagintsev, y los de interpretación para Julianne Moore, por Maps to the stars, de David Cronenberg, y Thimoty Spall por Mr Turner, de Mike Leigh.
La presidenta del jurado de la competición oficial, Jane Campion, dijo en la rueda de prensa posterior a la entrega de premios que la película de Ceylan es «una obra maestra» que podría haber seguido viendo durante horas y de Dolan afirmó que es un «genio» que ha creado una película «joven, moderna y fresca».
Al recibir su premio, Dolan, con solo 25 años y 5 largometrajes a sus espaldas, rompió a llorar emocionado y, tras dedicar el premio a su generación -«no hay límites excepto los que nos ponemos nosotros mismos. Todo es posible para quien sueña y trabaja sin abandonar nunca"-, aseguró que El piano, de Campion, ha definido su vida y su carrera.
De «revolución técnica» calificó la película de Dolan otro miembro del jurado, el realizador danés Nicolas Winding Refn, mientras que su colega chino Jia Zhangke destacó la pasión que tanto Dolan como de Godard, dos extremos en lo que se refiere a la edad, ponen en sus trabajos.
Unos premios que cumplieron los pronósticos en los casos de Winter Sleep -gran favorita junto al filme de Dolan- y, sobre todo, en el de mejor actor.
El británico Spall apuntó directamente al premio de interpretación desde el primer día del festival, cuando se proyecto la biografía de William Turner rodada por Mike Leigh.
Spall, de 57 años, fue el más emotivo de la ceremonia de clausura, con un largo discurso en el que bromeó, jugó con su móvil dio las gracias a Leigh y recordó que cuando el realizador consiguió la Palma de Oro en 1996 por Secretos y mentiras, él no estuvo presente aunque debía estarlo.
El actor contó que tuvo la «mala educación» de desarrollar una leucemia, pero que tuvo esa misma «mala educación» de superarla y estar vivo, lo que le permitió ser hoy y por primera vez «la novia en la boda».
Más sorprende fue el Gran Premio para Le meraviglie, un filme que caló hondo en otro del los miembros del jurado, Sofia Coppola, que destacó la delicadeza y la hondura de la propuesta de Alice Rohrwacher.
La italiana se unión a la emoción y las lágrimas de Dolan y Spall, con un momento surrealista sobre el escenario del Palacio de Festivales de Cannes, donde habló en italiano, mientras la traducían al francés y la ayudaba a terminar las frases Sophia Loren, que fue la encargada de entregarle el premio.
Loren, que volvió a ser una de las estrellas de la noche, con todo el auditorio puesto en pie para recibirla con una gran ovación, defendió la importancia del festival: «Cannes es siempre importante, necesario, esencial, para los realizadores y los enamorados del cine del mundo entero».
Por su parte, Bennett Miller aseguró que era «extremadamente gratificante» conseguir el premio al mejor director por «Foxcatcher», una historia de deporte, amistad y complejos, con un sorprendente Steve Carell como protagonista.
El premio al mejor guión fue para el ruso Andrey Zvyagintsev por su filme «Leviathan», una crítica sin contemplaciones al abuso de poder y a la corrupción.
Y el de interpretación femenina para Julianne Moore, que no estaba presente, por su actriz descentrada y en pleno declive en «Maps to the stars», que es lo mejor de una película a la que David Cronenberg no ha sabido darle el tono adecuado.
Unos premios bien repartidos pero en los que se echa de menos el filme «Still the water», de la japonesa Naomi Kawase, que aparecía en todas las quinielas, algo que no le sucedía a Godard, con un filme que solo gustó a sus incondicionales.
Un palmarés siempre polémico que cierra una 67 edición de Cannes que ha mostrado un nivel medio bastante alto pero en el que pocas cosas han sorprendido realmente.
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