El libro estuvo custodiado por dos policías y resguardado bajo una tela verde hasta el inicio de la ceremonia, tras lo que fue abierto sobre un expositor preparado para el evento.
En el acto, que se ha celebrado en el Pazo de Xelmírez, Rajoy agradeció el «trabajo y la perseverancia» de la policía y del resto de implicados en la investigación para recuperar y devolver el Códice al templo compostelano, al que le ha pedido un «esfuerzo mayor» en su seguridad.
En esta línea también se manifestó Núñez Feijóo, quien trasladó la colaboración del Gobierno gallego «en todo lo que pueda mejorar en el futuro la seguridad de este tesoro común». Todo ello, tras expresar la «inmensa gratitud» de los gallegos a todos los que hicieron posible el retorno a la Catedral de «la misma fuente del europeismo». Precisamente, en el acto de entrega el presidente del Gobierno anunció la próxima firma de un convenio de colaboración entre el Gobierno, la Xunta y el Arzobispado de Santiago para «proteger el patrimonio» histórico-artístico y evitar que casos como el del Códice vuelvan a suceder.
Para ello, Rajoy ofreció la colaboración el Instituto de Patrimonio Histórico Español para «hacer un chequeo y evaluación» de esta obra de valor incalculable que permaneció en un trastero-garaje en la localidad de Milladoiro, próxima a Santiago, desde que fuera sustraída.
Esta petición de un refuerzo en la seguridad fue recibida por Julián Barrio, quien garantizó que la Iglesia no ahorrará «esfuerzo alguno» en la protección de un «referente sin igual para la peregrinación jacobea».
Por otra parte, El electricista Manuel Fernández Castiñeiras confesó antes de pasar a disposición judicial que había guardado el Códice Calixtino en el maletero de su viejo Xantia una tarde entera una fuente próxima al caso. «Sí, fui yo quien robó el libro. Me lo llevé el 4 de julio del año pasado, sobre las 12 de la mañana», contó a los investigadores. Horas antes de ser interrogado por el juez instructor relató que había ido a misa y que accedió a esta estancia del archivo con las llaves que él tenía, hasta llegar al manuscrito del siglo XII envuelto en un paño rojo.
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