Cuenta la leyenda más popular en Cataluña que en el Montblanc vivía un terrible dragón que causaba estragos entre la población y el ganado. Un día, la suerte señaló a la hija del rey para que lo matara. La joven habría muerto de no ser por la aparición de un bello caballero ataviado con una brillante armadura que se enfrentó a la bestia y la mató. La tradición añade que, de la sangre derramada, brotó un rosal de flores rojas. Desde entonces, el día 23 de abril es considerado por muchos como el día de los enamorados. Su vinculación con la literatura hace que el 23 de abril, día de Sant Jordi, se conmemore la muerte de dos de los autores más importantes de la historia de la literatura universal, Miguel de Cervantes y William Shakespeare.
Así, con Barcelona como referente, según confesó hace algunos días la titular de Cultura del Ayuntamiento de Vila Lina Sansano, Vara de Rey se convirtió por un día en unas Ramblas donde miles de enamorados de la literatura de toda la Isla dieron rienda suelta a su pasión, lanzando como ganadora absoluta a la saga de la autora norteamericana Suzanne Collins, Los juegos del hambre. Debido al aumento de la autoedición como forma de publicación que eligen muchos autores, este año, y siguiendo una dinámica completamente contraria a la que sigue el mercado editorial tradicional, aumentaron el número de stands ubicados en el paseo de Vila. Los puestos de flores, pese a que sólo aumentaron en uno solo, se situaron en seis en esta ocasión.
Entusiasmo
Muchos temían a primera hora de la mañana, con las nubes negras que se cernían sobre Vila, que la lluvia pudiera aguar la gran fiesta de la literatura. «Hubiera sido una pena, por todo el esfuerzo que hacen las librerías y las editoriales para montar todo esto», afirmaba un comerciante de la zona, que añadía: «Me alegro de que esta tradición se mantenga y se afiance porque, «se han perdido tantas!».
Lo cierto es que, como ocurre cada año, la jornada experimentó diferentes ciclos. Al coincidir con un día laborable, la fluctuación del tipo de asistentes fue diversa a medida que pasaba el día. Mientras que las mañanas, los stands colocados a lo largo de casi todo el paseo recibían la visita de centenares de escolares, procedentes de toda la Isla, eran los adultos los que tomaban la plaza por la tarde. Algunos lo hacían solos, otros acompañados por sus parejas y algunos padres, acudían arrastrados por sus hijos, que habían quedado prendados de algunas novedades editoriales durante su visita matutina.
La tarde comenzó algo tranquila pese a que algunos, como Miquel Costa, de la Editorial Mediterrània-Eivissa confiaban en la buena evolución de la jornada. Costa destacó con alegría que «esta jornada funciona cada vez más entre el público infantil y eso es algo que hay que celebrar».
Por otro lado, Lourdes Riera, una de las encargadas de la librería Vara de Rey aseguró que, pese a que durante el año, la crisis sí se había hecho notar, la jornada de ayer fue muy buena. «Sigue siendo el Día del libro», afirmó con rotundidad y agregó: «La gente sale a pasear, a ver los puestos y a comprar libros, así que es un día muy bonito».
Otra de las categorías en auge en la jornada de ayer fue la de no-ficción. Los libros de deportistas y, sobre todos aquellos especializados en cocina, tanto tradicional como la de Thermomix, despertaron el interés y el estómago de muchos de los lectores, dispuestos a trasladar la aventura a sus cocinas.
-Formentera-
Las librerías hacen su agosto en abril
Por primera vez en años el Consell de Formentera no regaló rosas rojas con motivo del Día del Libro. En la plaza de la Constitución de Sant Francesc se instalaron diversas mesas con libros de la Biblioteca Municipal de Formentera en la que se regalaban libros procedentes de los fondos de la misma. Con las donaciones que se reciben y con libros del legado de Robert Baldón, hay numerosas repeticiones por lo que se prestan a establecimientos hoteleros para fomentar la lectura y se regalaban directamente a las personas interesadas.
Como iniciativa novedosa y curiosa, el Servei d'Assesorament Linguístic del Consell realizó una campaña divulgativa de la toponimia de la isla para promocionar el nombre de las 14 vendes en las que está dividida la isla y cada ciudadano que lo pedía se llevaba un imán para nevera correspondiente a la venda en la que reside.
Pero además de este stand, que tuvo un importante éxito, en el que había libros en catalán, castellano, inglés, alemán y algún título en francés, la Obra Cultural Balear presentaba una interesante muestra de libros relacionados con la isla y editados o coeditados por la propia OCB. A las doce y media los alumnos del colegio Virgen Milagrosas han coloreado un gran dibujo realizado sobre las baldosas de la plaza en la que se representa la leyenda de Sant Jordi y el dragón.
Por la tarde, en la Biblioteca Marià Villangómez, se celebró la exposición y entrega de premios de la XIII edición de los concursos de punto de libro ‘Antoni Tur ‘Gabrielet' así como el concurso literario de redacción ‘Robert Lewis Baldon' en los que participaron los alumnos de los centros educativos Col.legi Mestre Lluís Andreu, Col.legi de Sant Ferran, Colegio de el Pilar de la Mola, Colegio Virgen Milagrosa y la Escoleta Sa Miranda. Por último a las nueve de la noche y en la Sala de Plenos se presentó la revista Formentera que incluye las ponencias y charlas con motivo de las I Jornades d'Estudis Locals Joan Marí Cardona realizadas el pasado año.
Villangómez, una apuesta segura
Ayer vio la luz y se puso a la venta la que será uno de los grandes éxitos de la literatura local del año. Se trata de Llocs viscuts, editado por el Institut d'Estudis Eivissencs, un libro póstumo de Marià Villangómez que ve la luz diez años después de su muerte. El contexto no podría haber sido más idóneo para un estreno de altura. Durante los últimos dos años de vida del autor, un equipo de colaboradores trabajó con él codo con codo en la edición de El llambreig en la fosca. Ya que conocían bien sus opiniones y preferencias en cuestiones lingüísticas y de estilo, han sido ellos los encargados de editar este proyecto, que Villangómez quería publicar bajo el título Els llocs viscuts.
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