El artista posaba ayer junto a dos de sus obras en el Ajuntament Vell de Formentera. | Guillermo Romaní
Arnaldo Vignali nació en 1957 en un pueblo cercano a Módena. «Soy el chico de 17 años que está caminando por un camino de tierra y piedras en Formentera hace muchos, muchos años», explica señalando el cuadro que conforma el cartel de la exposición. En él se le ve, allá por el año 1975, junto a su mujer. «Estuvimos aquí por primera vez porque, escuchando el disco de King Crimson, Islands, y, sobre todo, la canción Formentera Lady, descubrimos que existía una isla que no conocíamos y de la que no habíamos oído hablar», rememora.
La base de su exposición que se complementa con otra simultánea que se está llevando a cabo en Módena, es el fruto del intenso trabajo que Vignali ha desarrollado sobre los negativos de las fotografías que hizo en la Isla hace 35 años. A lo largo de 2010, y de nuevo en Formentera, pintó las obras que hoy se exponen en la Sala Municipal d'Exposicions de l'Ajuntament Vell de Formentera. Por el contrario la otra cara de la moneda de esa misma época, los desnudos, retratos y autorretratos los realizó en Módena a principios de este año y es allí donde se presentan.
Viejas fotos
La mayoría de las obras, excepto dos que presentan unos colores nítidos, recuerdan claramente a las viejas copias fotográficas en las que se ha perdido el color, que vira indefectiblemente a sepias y oros. Se aprecia el degradado del negativo y el propio marco de la imagen, que no del cuadro, en una tira de negativos que ayuda a focalizar el origen de las pintura. «Me gusta que se note, que se sepa que todos los cuadros están inspirados en las fotos que tomé en ese período y da la sensación de que el cuadro no termina, que hay más imágenes, más recuerdos», asegura.
Porque eso sí, no son fotos retocadas, son pinturas hechas partiendo de las viejas fotos de hace más de tres décadas. Tienen sentido los 'rayajos' de los cuadros. «Tenía una cámara réflex muy barata, una Zenith rusa que más de una vez me había dañado los negativos porque entraba luz y los velaba en algunas partes. Tengo muchos negativos de esa época que están así, pero ahora me gustan mucho porque tienen algo muy particular, una historia», explicaba ayer Vignali.
Sobre su estilo, Vignali se define como neoimpresionista. «Me siento más impresionista que hiperrealista. No he hecho fotos tratadas o elaboradas, sino al contrario. He partido de ellas mediante una técnica sencilla, la tempera al agua. Sobre una tela en la que hago una primera capa de masilla de color amarillo claro y, a veces, parece que sea una acuarela porque pinto a menudo con trazos horizontales», resalta. En su técnica abunda el sfumato, con el que indaga en la búsqueda de matices. Y es que, Vignali no se centra en el detalle exacto, sino en la sensación o la impresión de lo que quiere transmitir.
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