La compositora mallorquina Carme Fernández Vidal ofreció a los alumnos del Conservatori Professional de Música i Dansa d'Eivissa i Formentera una introducción al mundo de la composición. El objetivo de la charla de ayer era estimular las inquietudes de aquellos que están interesados profundizar y especializarse en la composición. En la primera parte de la charla, Fernández Vidal ofreció una visión general, basándose en la obra de varios autores. Entre ellos, la pianista destaca a Bach.
Su trayectoria como instrumentista se inició con sus estudios de piano y, a pesar de haber continuado su formación como investigadora, jamás abandonó su faceta creativa. «Para mí, ambos aspectos van muy unidos», aseguró ayer Carme Fernández Vidal, que añadía: «El camino de la composición es duro desde los inicios. Además, no se acaba nunca. Yo considero que la formación, de la gente que se implica en el mundo del arte, no acaba nunca. Siempre hay mucho que aprender. Es un camino, como el poema de Antonio Machado».
-¿Qué significa para usted ser compositora?
-Con el tiempo te das cuenta de que ser compositor es algo vocacional. En definitiva, con el tiempo se va trazando un camino y una evolución personal. La composición es una forma de vida.
-¿Los jóvenes se interesan por la composición o la mayoría se centra en interpretar?
-El mundo de la composición, paradójicamente, está muy masificado en el sentido de que mucha gente dice que escribe música y se dedica a ello. Además, también están muy diversificados los campos. Lo que ocurre es que la música culta de creación tiene un papel cada vez menor en la sociedad actual.
-¿Por qué sucede eso?
-Estamos en una sociedad que agota sus problemas de forma coyuntural y que quiere resolver sus problemas a corto plazo. Estamos completamente sometidos a la cultura de masas y la cultura no es una solución económica. Incluso la gente, que acude a los conciertos, quiere escuchar a los clásicos. Los clásicos nos hacen una competencia desleal.
-¿Cuál es la razón para pedir este tipo de composiciones?
-Quieren escuchar la música de los clásicos porque es la que les complace y por la que no tienen que hacer un esfuerzo intelectual. Por otra parte, están los programadores de las salas de conciertos, que lo que quieren es llenar la sala. Por eso, más que nunca esto es algo vocacional y, además, nada rentable (risas).
-No son tiempos fáciles...
-Si uno quiere ganar dinero hoy en día ya sabe que tiene que irse a Operación Triunfo. Además, creo que vivimos en una época de ostracismo cultural.
-¿Le molesta que se la destaque como mujer en un mundo, tradicionalmente, de hombres?
-Existen cada vez más mujeres en este mundo. Pero hay que ir con mucho cuidado con la discriminación positiva. Yo no quiero que se me valore por ser mujer, sino por ser compositora. Un trato de favor por ser mujer es como negar el talento. La discriminación es mala, tanto en un sentido como en otro. La música no conoce de géneros ni fronteras. Además, lo importante no es el compositor, sino la música.
-Y sin embargo, el papel de la mujer creativa ha quedado supeditado a un segundo plano...
-Eso depende, y creo que está completamente vinculado al papel de la mujer a lo largo de la historia. No tiene nada que ver con un arte en concreto sino con cualquier otra disciplina, ya sea creativa o no. Pasa en la cultura pero también en la ciencia. Hoy en día hay igualdad de oportunidades y por eso hay que reivindicar el papel del compositor de tradición culta.
-Al compositor de música de la tradición culta occidental se le suele confundir con el de música clásica...
-La gente la conoce popularmente como 'música clásica'. Pero en el circuito cultural esa música se ciñe a la que se produjo durante el clasicismo. Eso puede llegar a confundir a la gente y se utiliza esta otra terminología.
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