El centro cultural Can Ventosa acogerá el sábado a las 21,30 horas el espectáculo Música callada, la vida rima en el que participan la cantante y actriz Ana Belén y la pianista Rosa Torres-Pardo. Se trata de una pieza teatral con una gran musicalidad y de un número musical lleno de teatralidad.
-¿Cómo definiría este espectáculo? ¿Es teatro, es un concierto?
-Ana Belén: Es difícil de definir. No es un concierto, es algo más. Esto partió del empeño que Rosa tuvo el año pasado por que colaboráramos. Ella ha sido realmente el motor de este proyecto.
-El proyecto se originó desde un punto de vista muy místico y ha ido evolucionando con el tiempo...
-A. B.: Empezó un poco sin saber lo que queríamos, pero sabiendo que queríamos trabajar juntas. Empezamos pensando en la Música callada de Mompou, con el texto de San Juan de la Cruz. De allí nació el subtítulo, la vida rima. Cuando Rosa me comentó el proyecto le dije que me acababa de llegar un texto sobre los místicos, por casualidad. Como decía mi profesor de teatro, William Leighton: «La vida rima», que son esas casualidades que la vida te ofrece. Y rima porque creemos que la música y la palabra siempre riman perfectamente.
-¿Cómo se ha transformado el repertorio desde ese momento?
-A. B.: Se fue ampliando, quisimos meter más música y diferente, más música y diversa. Luis García Montero entró entonces y se encargó de hilvanar los temas y convertir esto en una pequeña pieza teatral. Posteriormente, se incorporó al proyecto el director José Carlos Plaza para poner en marcha esta pequeña joya.
-¿Con qué criterio se han elegido las piezas musicales y los poemas?
-Rosa Torres-Pardo: La selección musical está hecha en función de los autores y, con la ayuda de José Carlos Plaza, le dimos un toque más optimista y menos dramático a la pieza del que yo había pensado, que se parecía más al tono solemne del preludio de una ópera. Gracias a él también traté otros aspectos en los que, por mi faceta de concertista, no había profundizado, como son la luz, la interpretación, el diálogo con Ana. Por eso esta experiencia es tan enriquecedora para las dos.
-¿Cómo se complementan?
-R. T-P.: Hay veces que yo toco sola pero, otras, la palabra se mezcla con lo que interpreto. En Lavapiés, una obra muy difícil de Albéniz, Luis García Montero escribió un poema inspirado en esta obra que José Carlos ha adaptado a la perfección. Parece increíble que una partitura tan complicada encaje con esas palabras. Pues encaja (risas).
-Para usted esto supone un cambio de registro...
-R. T-P.: Ha sido toda una lección para mí profundizar en el aspecto teatral de mi interpretación. Hay mucho diálogo entre las dos, tengo que estar pendiente de lo que dice Ana y tengo que estar en disposición, en la misma sintonía. Estamos interactuando, ella habla mucho conmigo y... no me queda más remedio que contestar. No me puedo relajar, no me deja (risas).
-He leído que para Ana Belén, tocar con Rosa Torres-Pardo es como «volver al vientre materno»...
-A. B: (Risas) Me he movido en todo tipo de formatos. Desde cantar en un estadio de fútbol inmenso hasta un teatro recogido e íntimo. Volver al teatro, para mí es volver al útero materno, volver a casa, regresar a la esencia.
-¿La clave para consolidarse está en aceptar nuevos retos?
-A. B.: Esta profesión no te deja estar sentada cómodamente y relajarte en un sofá. Este trabajo te exige que te arriesgues, que pruebes cosas nuevas. Yo lo pienso así y siempre lo he pensado. Nunca estás cómodamente sentado viéndolas venir.
-¿Cómo animarían al público para que acudiera a verlo?
-A. B.: Creo que es un espectáculo bello y que nos hace preguntarnos para qué sirven muchas de las cosas que hacemos. Nos hace cuestionarnos, a Rosa y a mí, nuestro día a día con el arte. El público podrá disfrutar de las palabras hermosísimas y las músicas magníficas que han dejado estos autores a través de los tiempos.
-R. T-P.: Tiene humor y es pedagógico. El que vaya a escuchar poesía se encuentra con una música poética y el que vaya a escuchar piano se encuentra con unos poemas que son música.
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