MARIANA DÍAZ

Una familia de halcones peregrinos ha tomado posesión de un contrafuerte de la Catedral en la fachada que mira al mar. En un hueco de este elemento gótico viven una hembra joven, un macho y un polluelo que nació en 2009. Los halcones, una especie que estuvo en peligro en los años sesenta por culpa del DDT, pero que se ha recuperado muy bien tanto en todo el país como en Balears, han entrado a formar parte del paisaje 'natural' del templo al mismo tiempo que contribuyen a mantener alejadas del mismo a las palomas y otras aves, que son su alimento, cuyos excrementos manchan y alteran la piedra.

Con permiso del Cabildo de la Catedral, el Servei de Protecció d'Espècies de la Conselleria de Medi Ambient lleva desde 2005 intentando criar aves de la Catedral según una práctica surgida en Inglaterra, denominada hacking, que viene a significar crianza campestre. El método consiste en coger los huevos de un nido y trasladarlos a otro sitio. Según fuentes de ambas entidades, el 'experimento' funcionó perfectamente en 2008 y en 2009, cuando nació un polluelo cada año.

La pareja actual de halcones se formó cuando un macho anillado, es decir, de los que controlan en Medi Ambient, formó una 'familia' con una hembra silvestre y establecieron su 'casa' en uno de los contrafuertes de la fachada marítima de la Catedral, a unos cincuenta metros del suelo.

Aunque el nido no es visible desde el exterior, ya que los halcones los sitúan en agujeros, los paseantes y turistas pueden verlos volar por la zona o cuando se posan en partes muy altas el exterior del templo.

La de Mallorca no es la única catedral que utiliza los halcones para ahuyentar a las palomas. Un experto en restauración del patrimonio explicó ayer que también cuentan con ellos en la de Salamanca y Barcelona, así como en otros edificios emblemáticos del resto de la país. Según explicaron desde Medi Ambient, los halcones son aves que no crían en cualquier sitio, sino que, por seguridad, eligen lugares altos, -por ejemplo edificios o paredes de acantilados- y parece que, finalmente, la Seu les ha gustado tanto que la han convertido en su hogar.