Eduardo Fioravanti (San Sebastián, 1941) acaba de publicar La isla desgarrada en Ediciones La Tierra Hoy; dedicada «A todos los que de una forma altruista luchan por un mundo sostenible en equilibrio con la madre tierra». Una historia de ficción que, a pesar de ciertas apariencias, «no tiene nada que ver con Eivissa, sino con Cortés, una pequeña isla del Caribe también dedicada al turismo. «Pero podría llegar a serlo; tenemos unos cuantos años para evitar el terrorismo urbanístico, como yo le llamo. Digamos que la novela tiene algo de fábula moral», explicó a este periódico el escritor vasco residente en la isla, añadiendo: «Es una historia ficticia inspirada por acontecimientos que he leído, que pueden ocurrír aquí, en Grecia, en el Caribe, Malta... En cualquier sitio en donde haya gente que exprime el territorio y otra gente que lucha por conservarlo para futuras generaciones».
La novela gira en torno a una historia de amor «de un personaje que llega a la isla a liberarse y recuperarse de su vida anterior de lucha clandestina contra la dictadura; con protagonistas nativos, gente que viene de fuera y se implica en la defensa del territorio... Lo que trato de explicar es que el bosque no oculte los árboles», resume Fioravanti con cierto tono didáctico connatural en un personaje de arraigadas creencias revolucionarias y humanistas. Un relato en el que, a pesar de las apariencias y aparentes conexiones, no es de carácter autobiográfico. «La anterior novela, Cautivo, lo es mucho más», apuntó.
Editor en suspenso
Cautivo fue publicado el año pasado en Edicions Corsaries, puesta en marcha por Eduardo Fioravanti «por necesidad para publicar; pero la hemos dejado de momento a la espera de tiempos mejores, porque la situación actual está muy complicada en el mundo editorial», aseguró.
Según se cuenta en la contraportada del libro, Cautivo cuenta la historia de Vasco, hijo de una aristócrata y de un falangista camisa vieja que fue aviador durante la Guerra Civil. «Por una serie de lances se pasa al otro lado y busca tenazmente la revolución perfecta, la que sólo persiste en su mente. Si su infancia es muy propia del oscurantismo de los cincuenta, su empeño como combatiente contra la dictadura de Franco le conduce inexorablemente a buscar otros escenarios que sacien sus inquietudes».
La relación de Eduardo Fioravanti con Eivissa viene de lejos. «La descubrí en el 57, porque mi madre se alquiló una casita en Sant Antoni para pasar el verano, y a partir de entonces ya vinimos cada año. Tuvimos allí un tablao flamenco, La Gitana, donde eran asiduos Rafael Azcona, Ignacio y Josefina Aldecoa, Fernando Guillermo de Castro...», recordó el escritor, pasando a apuntar episodios de su compleja biografía: «En el 65, por un tema estudiantil, asociación ilícita, pasé seis meses en la cárcel de Carabamchel. Desde el 67 al 77 estuve exiliado en Francia, donde estudié Económicas; luego trabajé en Sudamérica, fundamentalmente en Perú. En el 77 vine a Eivissa, estuve una temporada escribiendo con pseudónimo en la revista UC. Entre otras muchas cosas, denunciamos la especulación urbanística del momento en Sant Antoni. Luego he estado en Portinatx, donde he tenido durante diez años una escuela de sky; y mi hermano Antonio, en Sant Miquel. Y ya me he quedado aquí; con la edad que tengo me dedicó a intentar escribir algo», enumeró a salto de mata, saliendo por último a colacción la relación de los hermanos Fioravanti con la promoción del deporte en Eivissa. «Hemos trabajado mucho en el fomento del deporte. Entre otras iniciativas, fundamos el Home de Ferro y la Semi Maratón».
Amplía sus datos biográficos la nota editorial de Cautivos, donde se precisa que Eduardo Fioravanti estudió en la Escuela de Altos Estudios de La Sorbona (París) bajo la dirección de Pierre Vilar; que participó en las luchas estudiantiles de Madrid de los años sesenta como militante de FUDE (Federación Universitaria Democrática Española) y de grupos maoístas; o que fue testigo directo de la insurrección de París de mayo del 68 y de movimientos populares en México, Perú, Bolivia, Chile y Oriente Próximo.
Todo un pasado el de este «buscador de revoluciones» que sigue atento al mundo global, su tiempo y circunstancia.
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