Carlos Lainez Juan, ayer con su primera profesora, Sandy Plant, en el Estudio Capricorn, donde empezó a bailar cuando tenía 15 años. Foto: IRENE G. RUIZ

JULIO HERRANZ

Aunque empezó tarde a bailar (a los 15 años, en el Estudio Capricorn; con Sandy Plant), el ibicenco Carlos Lainez Juan lleva a sus 24 años una trayectoria realmente sobresaliente: cinco años en el Real Conservatorio de Madrid; de allí a la Escuela de Maurice Béjart en Laussane; y desde hace un año y medio es uno de los 30 miembros del Ballet Basel, en Basilea (Suiza), que dirige Richard Wherlock.

-¿Va muy rápido, no?

-Sí, en el mundo de la danza las cosas pasan muy rápido. Es una carrera muy corta e inestable; entonces tienes que mirar siempre por ti. Y cuando ves que te sientes estancado y ya no puedes dar más de ti, debes actuar según te dicte tu corazón. Así lo hice yo, y la verdad es que me ha ido muy bien, porque he empezado a trabajar, que es como realmente se aprende a bailar, pisando escenario. Investigas diferentes estilos y tienes la oportunidad de conocer a grandes coreógrafos que vienen como invitados durante la temporada.

-¿Qué es lo que hace exactamente en el Ballet Basel?

-Somos 30 y todo el mundo es solista. En compañías más clásicas, de 70 bailarines, ahí sí que hay principales, solistas, cuerpo de baile, demisolistas... Entonces sí se requiere otra estructura.

-¿De qué trabajo se siente más orgulloso?

-De una creación de hace 15 años que se está reponiendo ahora, El Bolero de Ravel. Será la premiére de la temporada, en octubre. Me inspira mucho porque es una de las primeras coreografías que hizo Béjart. Me gusta mucho la música y es donde más a gusto me siento bailando. También en las coreografías de Béjart que hacíamos en su escuela. Porque fue Maurice Béjart de los coreógrafos que me inspiraron a bailar. Desgraciadamente, murió cuando estuve en su escuela. Por eso me fui junto con otros compañeros, porque estábamos por él.

-¿Con qué escuela de danza te identificas más?

-Hay varias, la rusa, francesa, americana... Yo me he educado con una mezcla de francesa y rusa, con la suerte de tener muy buenos profesores, empezando por Sandy Plant (Estudio Capricorn), que fue quien me impulsó a entender y amar la danza de una forma disciplinada y seria. Yo empecé a bailar tarde, pero tuve la suerte de que me aceptarán en el Conservatorio de Madrid, donde tuve muy buenos profesores y me fue muy bien.

-¿No le tienta el flamenco?

-Para bailar flamenco tienes que tener un don especial, de nacimiento. Me gusta más el neoclásico, tipo Nacho Duato, que es toda una referencia, más reconocido fuera de España. En un futuro me veo haciendo una prueba para él. Bueno, y el estilo de Béjart, por supuesto.

-¿Le interesa también la danza contemporánea?

-Para mí es demasiado contemporánea. Me inclino más por movimientos más fluidos, como el estilo de Nacho Duato, al que considero un genio.

-¿Ha bailado en Eivissa?

-Sí, con Capricorn empecé mis primeros pasos en el escenario, bailando Chorus Line, Fama... Pero luego ya nada, porque aquí no hay un teatro grande, en condiciones, para invitar a compañías.

-Pues el Ballet de Moscú viene a Can Ventosa.

-Sí, pero al limitarlo a ese escenario no es realmente el Ballet Ruso. Un ballet de 70 personas no lo puedes meter en Can Ventosa; no tiene el espacio que necesita un espectáculo así. Por ejemplo, una compañía como la de Nacho Duato viene cada año a Palma, pero nunca a Eivissa.

-¿Hace giras su Ballet?

-Sí, aunque ahora con la crisis, menos; porque es una compañía que pide mucho dinero.

-Cuando deje de bailar, ¿como se ve más, de coreógrafo o de profesor de danza?

-Me veo más como profesor; para ser coreógrafo también tienes que nacer; es un don diferente. Y hay tantas estrellas coreográficas hoy en día, que es muy difícil hacer ya algo novedoso. Pero vamos, nunca se sabe, ya veremos; el futuro siempre está abierto.