El artista como marca y creador de su propia mitología, uno de los principales legados del Pop Art norteamericano, será el tema central de la exposición del próximo otoño de la galería Tate Modern. Vida Pop: el Arte en un Mundo Material es el título de la muestra, anunciada ayer en Londres y que, en opinión de Catherine Wood, comisaria de arte contemporáneo de ese centro, toma como punto de partida la provocadora frase de Andy Warhol según la cual «no hay mejor arte que un buen negocio».
La exposición examinará los modos en que los artistas de generaciones siguientes a la de Warhol crearon su propia marca, dedicándose a la autopromoción mediante la hábil explotación de los medios de comunicación de masas y con la complicidad de quienes en Nueva York, Londres o Berlín manejan los hilos del mercado del arte.
Con Salvador Dalí, «ávida dollars», como le llamó el surrealista André Breton, el artista, genio solitario y muchas veces incomprendido de la época romántica, se convirtió en una «celebrity», sistema llevado a la perfección primero por Warhol y después, aunque sin la ambigüedad inherente al norteamericano, por su compatriota Jeff Koons.
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