Hellmut Bruch con una de las 45 obras que conforman la exposición que inaugura el sábado en el Espacio Micus.

JULIO HERRANZ

El Espacio Micus (ctra. Jesús-Cala Llonga, km. 3) acogerá desde las 17,00 a las 21,00 horas de este sábado día 11 la inauguración de la primera exposición en Eivissa de Hellmut Bruch (Hall, Tirol, Austria; 1936), titulada Escultura Plana, que estará abierta al público hasta el próximo mes de julio. La muestra reúne 45 obras de distintos tamaños. «Las más recientes están hechas con plexiglás de colores y las más antiguas con acero inoxidable», apuntó ayer a este periódico Katja Micus, responsable de este espacio expositivo que diseño su malogrado padre, el pintor alemán Eduard Micus.

La relación de Hellmut Bruch con la familia Micus hasta ahora es puramente circunstancial. «Le conocí en una feria de arte en Colonia, porque trabaja en Munich con la misma galería que lleva cosas de mi padre», precisó Katja Micus, quien se mostró encantada de presentar en la isla a un artista de una trayectoria reconocida, celebrada y original.

Los temas centrales de las creaciones de Bruch «son la luz y las proporciones que se basan en las leyes naturales y dan origen a formas abiertas», ha precisado el artista, añadiendo que sus materiales preferidos para trabajar son «el acero inoxidable y el plexiglás transparente de color fluorescente». Con los que realiza obras que se basan «en la luz como medio abierto, en la gravitación universal» y en el principio matemático de Fibonacci, más conocido como Sección áurea. «Es una regla clásica y universal casi olvidada que busca la armonía del hombre a través de la naturaleza. Una regla que cada vez gana más importancia en la actualidad», señaló Bruch, añadiendo al respecto: «Es una ley que es respetada en diversos campos científicos como ley de crecimiento y desarrollo formal. Son conocimientos que me inspiran y emocionan y a los que me enfrento de una forma elemental, con el deseo de que sean perceptibles a través de mi obra como metáfora de la armonía».

Un trabajo riguroso en el que el arte se alía con la ciencia para descubrir puntos de encuentro, «proporciones que no son visibles en sí mismas pero que nos hacen visible el mundo», subrayó el artista austríaco, quien lo que encuentra «más fascinante de estos dos fenómenos es su inmaterialidad en sinergia con la materialidad de lo perceptible», recalcó.

Con razonamientos teóricos para acercar su obra al espectador. «Porque me refiero a la realidad de lo inmaterial, mis objetos y esculturas no son ilustraciones reducidas ni abstracciones de lo visible, sino que siguen aquellas suposiciones que dan al mundo visible su cuerpo característico. Las formas abiertas así deducidas están basadas en constantes universales y desembocan en el infinito».