Gracias a Sa Nostra, Romà Gubern vino el pasado martes a presentar en Multicines Eivissa un ciclo interesante de obras maestras del cine negro. Y aprovechando la oportunidad de tener en la isla a una autoridad cinéfila de tal calibre, le llamé para hacerle una pequeña entrevista.
Me pareció correcto, pero más bien frío y distante. Una impresión al paso a la que no le di mayor importancia. Aunque el jueves, en una comida que ofreció Isasi a algunos amigos para celebrar la publicación de su libro Los días grises, salió a relucir el crítico, catedrático y cineasta catalán, y no quedó muy bien parado por parte de algunos de los comensales.
Como profesor de Comunicación Audiovisual, que fue un pedante, engreído y mal docente. Y de crítico, su comportamiento deja mucho que desear en cuanto a ética profesional. Según demuestra el hecho -tal me contó Isasi- de que en las diferentes enciclopedias sobre el séptimo arte que ha escrito (cine catalán, español y mundial) haya omitido el nombre del director de El perro; cuando, entre otros méritos, es el cineasta español que en su época tuvo mayor proyección internacional. Una discriminación que sólo puede atribuirse a un insólito capricho personal.
Tipo raro, pues, el Romà (o Román) Gubern. Así, no es de extrañar que (como me contó él mismo) no le invitaran el lunes a la ceremonia de entrega de los Premios Gaudí de Cine catalán en su primera edición. Una iniciativa que calificó de «operación política»; porque «se han inventado unos criterios de cuantificación de la catalanidad muy peculiares: idioma, dinero, director... Unos baremos que van sumando puntos para valorar cuánto de catalana es una película. No sé, algunos de los premios me han resultado raros. Veremos a ver cómo evolucionan», precisó.
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