EFE-MADRID

Alberto García-Alix «desnuda» su alma en un viaje profundo y poético en el tiempo y en su vida, emprendido a través de las casi doscientas fotografías y el vídeo que forman De donde no se vuelve, exposición que el Museo Reina Sofía dedica a este autor. Aunque las imágenes pertenecen a diferentes épocas, desde los años setenta hasta la actualidad, la muestra no tiene carácter retrospectivo sino, más bien, «introspectivo» al tratar de salir de los lugares comunes, escapando de la anécdota y centrándose en lo esencial del trabajo de García-Alix (León, 1956).

En este recorrido adquiere especial importancia la persistencia del autorretrato «que tiene poco que ver con el narcisismo, sino todo lo contrario: con un elemento de introspección, con contar una historia a partir de un yo», comentó ayer el director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, para quien esa tensión entre un «yo dado» y el exterior «es lo que mejor reflejan sus obras».

El ambicioso proyecto emprendido por el autor especialmente para el Reina Sofía tiene su núcleo en la proyección en la que, en primera persona, García-Alix narra todo aquello que ocurre en la exposición. Esta narración «traza una línea entre el presente, más reflexivo e íntimo con paisajes y fotografías más abstractas, y el pasado. Todas las imágenes cuentan algo ya que Alberto es esencialmente narrador», señaló el comisario de la muestra, Nicolás Combarro.