EFE-BARCELONA

El filósofo y escritor Fernando Savater, 57º Premio Planeta, dijo ayer que la novela ganadora, La Hermandad de la Buena Suerte, ha sido como un «refugio espiritual» en un año difícil y agitado. «Un verdadero alivio en un año bastante lleno de cosas, en el que hemos fundado un nuevo partido, participado en unas elecciones generales y logrado una parlamentaria en el Congreso, hemos creado el Manifiesto por la lengua común y además era mi último año en la universidad», precisó.

Con una obra ensayística tan consolidada y una etiqueta ganada a pulso como filósofo polemista, es inevitable que el Savater pensador se intente colar en la novela aunque él mismo asegura: «He intentado que el filósofo no meta baza, porque la gente ya está bastante harta y por eso quería una narración pura, aunque es inevitable que haya alguna continuidad».

Savater definió La Hermandad de la Buena Suerte como una «novela de aventuras», en la línea de su admirado Robert L. Stevenson, en la que sitúa una trama de intriga en el mundo de las carreras de caballos. Y es que nunca ha ocultado su delirio por ese mundo, que, confiesa, le inculcó su padre: «Mi madre era la que me compraba los libros, pero el único momento en el que estaba solo con mi padre era cuando íbamos al hipódromo, pues era un gran aficionado a los caballos», aseguró.

Ese mundo de los caballos que aparece como trasfondo narrativo sirve al autor como «metáfora de la vida actual»: En las carreras de caballos, como en cualquier juego que se sucede en un espacio y un tiempo determinado, «como también pasa en el fútbol o en los toros», intervienen «el azar, la suerte y el resultado es una situación agónica, algo que se parece mucho a nuestro destino».

Por su parte, Àngela Vallvey, finalista con Muerte entre poetas, ha querido rendir homenaje a Agatha Christie con una novela gira alrededor de un asesinato cometido en un cigarral durante una reunión de un selecto grupo de poetas que ha sido convocada por la viuda de otro insigne poeta. La novelista y poeta ciudadrealeña explicó que esta trama le ha servido para analizar «una serie de pasiones humanas de las que no están exentos los espíritus más cultivados, entre los que se supone que tendrían que estar los poetas».

Según expresó con humor el escritor Àlvaro Pombo, miembro del jurado de la LVII edición del Planeta, en la rueda de prensa que ofrecieron los ganadores del preciado galardón literario, se trata de una «refutación de los poetas», que en la novela demuestran que «mienten mucho» y «se matan entre sí».

La consideración de Pombo también hizo reír a Vallvey, quien, tras preguntarse «cuándo han estado mitificados los poetas», apuntó a Efe que su obra se ocupa en realidad de «los poetas como personas, no como literatos».

Nacida en la sierra de Ciudad Real, Vallvey asegura que vive la Mancha como «un paisaje» que le ha acompañado desde que nació y que reside en una ciudad, Madrid, «que es pura Mancha».

La escritora manchega, a la que el éxito como novelista le llegó en 1999 con A la caza del último hombre salvaje y que tiene en su haber, entre otros, el Premio Nadal, mostró tras ser proclamada finalista del Premio Planeta su «profunda admiración» por el ganador del premio, para ella «todo un intelectual de mucho peso», a quien, bromeando, llegó a proponer la posibilidad de matrimonio si la gira promocional que emprenderán juntos ahora sale bien.