El poeta catalán Joan Margarit (Sanaüja, Lleida, 1938), que obtuvo ayer el Premio Nacional de Poesía por su libro Casa de Misericordia, señaló a Efe que la poesía es el refugio donde cobijarse, tarde o temprano. Fuera de la poesía, la música o la filosofía, no hay nada», matizó, añadiendo. «Este poemario me ha aportado muchas cosas buenas, ya ha recibido muchos premios, el Nacional de la Crítica, el Rosalía de Castro y el de Poesía de Catalunya; pero para mí, no es más que otros libros, sólo que éste ha sido tocado por la suerte, por el azar, o porque también llevo muchos años en esta vida, y ese ha sido el detonante».
Margarit, cuya formación y trabajo como arquitecto ha dejado huella en la intensidad poesía, tejida a base de concisión y severidad, con la utilización de las palabras justas para expresar lo máximo, dijo que La Casa de Misericordia nació tras una visita a una exposición sobre las casas de misericordia o de acogida. «En ese momento me persiguió una imagen y una pregunta: ¿cómo esas viudas a cuyos maridos les habían fusilado en el franquismo tenían que pedir suplicar a sus mismos verdugos para que sus hijos pudieran entrar en alguna Casa de Misericordia?, y es que no había otro remedio, porque fuera no había nada».
Para Margarit, «hoy fuera de la poesía, el hombre está a la intemperie, y eso lo sabe la gente. No en vano leen poesía, compran libros y ésta goza de buena salud. Porque la poesía que se hace en castellano, catalán, gallego o euskera es muy buena, por encima de la francesa o italiana», sostiene el poeta para añadir que la poesía latinoamericana «es más baja que la que se escribe en castellano».
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