Dentro del XVIII Festival Internacional de Música de Ibiza, se tuvo la ocasión de escuchar en el tercer concierto al joven pianista italiano Giovanni Doria. Ganador del primer premio por unanimidad en el Concurso Internacional de 2005, deleitó a los presentes con obras de Schuman, Liszt, Scriabin y Vine.

Del primer autor tocó el Carnaval Op. 9, Pequeñas escenas sobre cuatro notas, una obra fragmentada en pequeños veinte números que ocupó, dada su longitud, toda la primera parte. La interpretación destiló energía en momentos arrolladores, dulzura cuando la armonía evocaba atmósferas íntimas, calidoscopio de colores en momentos de fauna tímbrica y en todos ellos una perfecta hilvanación en los tempos de cada número así como unos silencios comedidos y en absoluto dejados al azar. Inteligencia musical al comprender la música que interpretaba y sabia comprensión del período del autor que ejecutaba. En la segunda parte la Balada nº 2 en Si menor de Franz Liszt, nos demostró una vez más que es falsa la acusación, que no pocas veces sufrió el compositor, por falta de profundidad musical y meros ejercicios técnicos se halla impregnada su música, sobre todo pianística. El pianista entendió el fraseo musical inherente a la pieza y supo extraer del piano ese cantábile pocas veces conseguido por parte de jóvenes pianistas. La segunda obra de esta parte incluyó la Sonata-Fantasía nº 2 Op. 19 en Sol sostenido menor del ruso Alexander Scriabin, una obra muy interesante armónicamente hablando, ya que nos sitúa al compositor ruso en las puertas de esa tercera vía por la que discurrirá la armonía tonal, ese futuro acorde por cuartas, 'el acorde de Prometeo', que incluyendo la complejidad rítmica y los planos sonoros, supo tan bien dibujar Giovanni Doria en el lienzo acústico del auditorio de San Carlos. La última obra, la Sonata nº 1 del australiano Carl Vine, pone en evidencia el potencial del pianista para abarcar diferentes géneros y hallarse cómodamente en todos ellos. Una obra llena de complejidad rítmica, ostinatos y pasajes orquestales similares a la estética de la gran pantalla, pero con un refinamiento exquisito y nada aséptico en el tratamiento armónico que, junto con la inteligente interpretación, bien hace en reafirmar la poética de la actual ,aunque no toda, música contemporánea.

Ovacionado por el público, el pianista regaló un arreglo virtuosístico del tema Embraceable you de G. Gershwin y El Albaicín de Albéniz, que sin lugar a dudas confirmaron su valía para enfrentarse a diferentes estilos y de todos ellos salir victorioso.

Concierto de Giovanni Doria. Sant Carles, 31 de agosto.

ADOLFO VILLALONGA